Cómo mejorar tu intensidad en los entrenamientos y partidos
Los entrenadores del siglo XXI se esfuerzan enormemente en descubrir nuevas técnicas que mejoren el rendimiento de sus equipos para alcanzar el éxito deportivo. Sin embargo, a los jugadores más jóvenes nadie les explica cómo deben entrenar y tienen que espabilarse para aprender a rendir más en cada entrenamiento si quieren conseguir ese éxito deportivo.
Nadie se ha preocupado en dedicarles tiempo para que sepan aprovechar al máximo sus entrenamiento.
Este es el motivo por el que me lanzo a explicarte algunas ideas que pueden ayudarte a ti, deportista, que asistes semanalmente a tres o cuatro entrenamientos porque, si aplicas lo que voy a contarte, posiblemente consigas una enorme mejora en tu rendimiento personal. Debes ser consciente de que en cada entrenamiento se decide tu futuro como deportista.
Para rendir más en un entrenamiento y en partido, en una temporada, lo que necesitas en primer lugar es conseguir hacerlo todo con intensidad alta. Eso no significa que lo hagas todo a máxima velocidad porque estas dos palabras no son ni mucho menos sinónimas.
Cuando hablamos de intensidad, nos referimos a aprovechar al máximo cada uno de los momentos del entrenamiento o del partido. Sacarle partido a cada uno de los minutos del entrenamiento. No desperdiciar nada. Darle importancia a lo que se hace y ponerle ese interés que se necesita para hacerlo lo más correctamente posible.
No permitas que se introduzca en tu mente la rutina: ahora voy a entrenar, mañana juego el partido… No dejes que tu entrenamiento de hoy sea un trámite más. Dale la importancia que tiene y verás cómo cambia todo.
Para conseguir esa intensidad te aconsejo que procures estar lo más concentrado posible durante todo el entrenamiento y también en el partido. Trabaja la concentración y comprobarás que tu intensidad crece día a día.
Para aprender a estar concentrado lo único que debes hacer es poner esfuerzo en evitar todo tipo de distracciones que pueden dispersarte.
Existen las distracciones externas, que vienen por lo que sucede en tu entorno: un compañero que te explica algo, un grupo que entrena junto a ti al que has desviado tu curiosidad, tu padre que te corrige, la lluvia que está amenazando…, en definitiva, cualquier agente externo que provoque algún grado de distracción.
Pon esfuerzo en evitarlo y verás que cada día tu concentración es mayor y eso te permitirá aumentar en grado superlativo tu intensidad.
Lo mismo ocurre en los partidos cuando estamos pendientes de lo que nos dice algún familiar, lo que comenta un adversario, los gritos del público. Son muchos factores los que nos producen una gran dispersión en nuestro trabajo en el campo y, si eres capaz de eliminarlos, notarás una mejora notable en tu rendimiento deportivo.
Entrena ese aspecto y pon mucho esfuerzo hasta conseguir erradicar todo tipo de distracción a lo largo de todo el entrenamiento. Los jugadores que van al campo concentrados, cometen muchos menos errores, saben anticiparse al juego del rival y no pierden energías en discusiones que no llevan a nada y que desgastan y descentran.
Hay otro tipo de distracciones que las encuentro dentro de mí mismo y que son bien difíciles de erradicar. Las distracciones internas son causadas por sensaciones de cansancio, ridículo, complejo de superioridad, impotencia, miedo, etc, que nos llevan a pensar que no voy a seguir esforzándome más porque estoy agotado; me parece una tontería lo que hacemos; el grupo no tiene el nivel que necesito, siempre perdemos; o porque no aguanto más las broncas del entrenador y tengo miedo a equivocarme…
En los partidos ocurre algo parecido, la sensación de inferioridad o de no ser capaz de conseguir lo que me pide el entrenador puede llevarme a despistarme y no concentrarme. El miedo escénico a jugar contra un equipo superior al nuestro es motivo de falta de concentración.
Es frecuente ver a jugadores que entrenan muy bien en el campo pero cuando llega el partido se bloquean y no rinden ni a la mitad de sus posibilidades. El nerviosismo y la inseguridad les lleva a ser incapaces de concentrarse en lo que tienen que hacer.
Un consejo que quiero darte para mejorar la concentración es aprender a escuchar. Muchas veces no escuchamos las cosas que nos dicen los entrenadores. Si fuéramos capaces de retenerlas, seguro que mejoraríamos nuestra concentración y rendiríamos mucho más en los partidos.
Hice una prueba y pregunté al final del entrenamiento a un grupo de jugadores qué es lo que les había comentado su entrenador durante la sesión que habían realizado. A cada uno le había dado consejos diferentes. A uno, que debía utilizar más su pierna izquierda; a otro, que sus movimientos debían ser más rápidos; otro, que la base de todo estaba en realizar un buen control y que se concentrara en eso y no tanto en el tiro a puerta, etc.
La mayor parte supo decirme exactamente lo que el entrenador le había corregido, sin embargo alguno ni se había enterado de esos comentarios. Me di cuenta de que la concentración de casi todos los jugadores durante el entrenamiento había sido alta y que, por tanto la intensidad estaba asegurada porque sabían lo que debían hacer en todo momento.
Desgraciadamente, unos pocos no fueron capaces de escuchar y eso significa que van al entrenamiento muy despistados y eso no favorece en nada su rendimiento.
Debes tener en cuenta que no se trata únicamente de escuchar esos consejos sino que luego hay que poner toda el esfuerzo en ponerlos en práctica. Si no existe esa disposición, no sirve de nada escuchar. Inténtalo una y otra vez hasta que te salga.
Y en los partidos, lo mismo. Con frecuencia te olvidas de todo lo que te han dicho y sales como si empezaras de cero, sin aplicar nada de lo que has trabajado en los entrenamientos. En ningún momento tienes en cuenta aquellos consejos o indicaciones que te ha dado el entrenador.
Te da miedo fallar y vas a lo seguro, sin tratar de poner en practica aquello que en realidad te va a ayudar a progresar de verdad. Sé valiente y no tengas miedo a equivocarte o a fallar. No busques resultados inmediatos sino tu formación.
Lo que el entrenador valora es el esfuerzo que pones en aplicar lo que entrenas.
Cuando ves jugar a un equipo con mucha intensidad, te llena de admiración y te preguntas cómo lo han conseguido. Te diré que es muy sencillo y a la vez muy complicado ya que se trata simplemente de que cada miembro del equipo sepa qué tiene que hacer en todo momento y eso les permite jugar al máximo de sus posibilidades. Se les ve completamente concentrados en lo que hacen y no hay nada en el mundo que les pueda despistar, aparentemente.
¿Vas a los entrenamientos con objetivos claramente definidos? Es cierto que el entrenador tiene unos objetivos concretos para ese día. Si eres capaz de entender qué es lo que busca en cada ejercicio, tu concentración será máxima. Lamentablemente, hay entrenadores que se olvidan de iniciar la sesión aclarando los objetivos de esos ejercicios. No se dan cuenta del gran favor que hacen a sus jugadores cuando lo hacen.
Pero independientemente de lo que pueda ofrecernos el entrenador en cuanto a objetivos de trabajo, ten muy claro, cuando empieces un entrenamiento, qué objetivos te has marcado y pon todo tu esfuerzo en mejorarlos cada día.
Pongamos un ejemplo. Si te has marcado como objetivo llegar a ser un jugador ambidiestro, debes ir a cada entrenamiento con la idea de utilizar con mucha frecuencia tu pierna izquierda (en el caso de que seas diestro) y evaluarte día a día verificando así tu propia progresión.
Los pesimistas no progresan. Tu actitud en los entrenamientos y en los partidos debe ser siempre muy optimista. Eso te dará la fuerza necesaria para poner esfuerzo en lo que haces.
Hay dos formas de afrontar un entrenamiento cuando estás cansado. Un pesimista pensará que no va a aguantar. Un optimista resuelve esa situación pensando que vale la pena entrenar muy duro ese día aunque su cuerpo le diga que pare.
Porque soy consciente de que la base de mi progresión está en la profesionalidad con que realizo cada uno de mis entrenamientos.
En los partidos, los pesimistas arrastran negativamente y forman un estado de opinión en el grupo que no hace ningún bien y que repercute fatalmente en el resultado.
No hay nada imposible en el deporte y es algo que debes repetirte siempre que vengan pensamientos pesimistas a tu cabeza. Si en el equipo contrario los jugadores son muy grandes, enseguida debo argumentar positivamente dejando claro que nosotros somos más listos y más rápidos. Si son los primeros y no han perdido ningún partido, lo que he de pensar es que ésta será su primera derrota.
Los pensamientos positivos te permiten estar mucho más concentrado en lo que debes hacer en cada momento y derrumba todos los miedos que pueden frenar tu éxito deportivo.
¿Quieres más consejos para mejorar tu intensidad en los entrenamientos? Siempre he dicho que un jugador con talento pero que es un vago, tiene pocas posibilidades de éxito porque en el deporte todo se consigue con esfuerzo. Mucho, mucho esfuerzo. Horas de entrenamiento donde uno debe terminar exhausto porque lo da todo. ¿Eres de este tipo de jugadores?
Cuando a grandes jugadores como Jordan o Messi les preguntas cómo llegaron a ser lo que son, la respuesta siempre es la misma. No fue nada fácil, hay que poner mucho esfuerzo en lo que te propones. Incluso comentan que cuando el entrenamiento terminaba, ellos buscaban un rato más para practicar aquel lanzamiento de falta o aquel triple, cientos de veces, hasta que no podían más.
Entrena por tu cuenta siempre que puedas, un poco más. Practica aquello que piensas que debes mejorar hasta que te duelan los pies. No hay excusa, siempre hay una pared donde golpear la pelota, un campo vacío, una plaza, la arena de la playa… es cuestión de proponértelo y estar convencido que necesitas entrenar siempre un poco más.
Sé inteligente. No hagas las cosas como si fueras un robot. Dedícale un tiempo a pensar cómo realizaste ese entrenamiento y evalúate a ti mismo para detectar los errores que tienes, analizar sus causas y poder corregirlos cuanto antes.
Sin ese examen diario, no hay progresión posible ya que volverás a caer en los mismos errores sin darte cuenta.
Un buen momento para reflexionar sobre esto es cuando estás solo, en tu intimidad, con tranquilidad para poder pensar y evaluar tu actitud en el entrenamiento: si escuchaste los que decía el entrenador, si fuiste un cobarde y no te atreviste a hacerlo en el partido, etc.
El fruto de este análisis es que surgirán pequeños objetivos de mejora que te marcarás para el próximo entrenamiento o partido y, a diferencia de otros muchos, irás al siguiente entrenamiento con los deberes bien hechos, unos deberes que te marcas tu mismo porque sabes perfectamente lo que quieres y cómo lo quieres.
Bueno, no quiero marearte con más ideas. Considero que son suficientes para que tu intensidad en los entrenamientos mejore considerablemente. Ponlos en práctica y verás cómo notarás una enorme progresión en tu deporte favorito.