Educar en valores: la responsabilidad a través del fútbol
“Mi propuesta para educar len valores y, en concreto, la responsabilidad a través del fútbol formativo, se basa en que el entrenador estimule continuamente las expectativas individuales de cada jugador para que sean ambiciosos en sus metas, para que crean que todo es posible con esfuerzo y trabajo y para que comprendan que no hay excusas para el fracaso, ni atajos para el éxito”.
El tiempo es oro. Un jugador trabaja muchas horas al día con la misma intensidad porque sabe que no puede desaprovechar la oportunidad que tiene para aprender.
Se dan ocasiones, como en los cursos intensivos, en que trabajan muchas horas, descansando únicamente para comer al mediodía. Incluso el tiempo de reposo para hacer la digestión, se dedica a trabajar de forma teórica los conceptos que luego van a aplicar en el campo.
Los entrenadores demuestran siempre un compromiso muy alto con los programas de entrenamiento: llegan muy puntuales, cumplen el horario de forma estricta y dedican todo su tiempo a mejorar a los jugadores que se les asigna.
Los jugadores, antes de empezar los cursos, se comprometen a trabajar con la máxima intensidad posible y a cumplir todas las normas que establece la entidad en cuanto a higiene, alimentación, uniformidad y trato con sus compañeros y con el personal de la instalación.
Todo esto hace que los jugadores desarrollen durante sus estancia un gran sentido de responsabilidad, que les queda grabado para toda la vida.
El entrenador se preocupa de transmitir y educar en valores a través del deporte
Muchas son las escuelas que proclaman su preocupación por la formación en valores, pero pocos son los que muestran un programa real de aplicación en la vida deportiva de los chicos. Hace falta incorporar un método pedagógico y preparar de forma específica al profesorado para que esto sea una realidad.
Cuentan que Aristóteles enseñaba a sus alumnos las ideas de Platón y, al acabar, entregó una manzana a sus discípulos diciéndoles:
–¿de qué sirve una ciencia sin fruto?
Para Aristóteles, los frutos de la ética no son los valores sino la conducta virtuosa. Y el mejor modo de enseñarlos es con el ejemplo.
“Los valores no se enseñan hablando, hay que vivirlos”.
La importancia del ejemplo para inculcar la responsabilidad
Para un niño no hay mejor manual de ética —ni más completo, ni más creíble— que la conducta de su entrenador. Los niños aprenden más por lo que ven que por lo que oyen. El entrenador tiene la obligación de ser un modelo para sus jugadores. Pero, por desgracia, no se ve el ejemplo por ninguna parte.
Por este motivo, cuando realizamos entrevistas para incorporar a nuevos entrenadores, uno de los aspectos que más valoramos es su personalidad. ¿Es capaz de transmitir esos valores con su ejemplo?
De igual modo, cuando acuden jugadores para incorporarse a los equipos de fútbol, siempre nos damos un tiempo para conocerles más a fondo. Nos interesa que jueguen bien al fútbol pero también buscamos que posean esa actitud adecuada para el desarrollo de su personalidad.
Nos interesa de forma especial conocer a sus padres, ya que son ellos los principales responsables de la educación de sus hijos y hemos de apreciar si ofrecen el modelo adecuado que se persigue.
El tema de la actitud puede darnos para mucho, ya que le corresponde un porcentaje muy alto en el desarrollo del deportista y de la persona en general.
Si se quieren hacer las cosas bien, hemos de contar con entrenadores comprometidos. Serán la clave para conseguir el éxito que radica en la calidad de enseñanza y no en los resultados, aunque estos también llegan con una buena formación.
Cuando conseguimos esa calidad, el ambiente que se respira ayuda a conseguir objetivos que jamás podríamos haber soñado.