El esfuerzo en el deporte es fundamental cuando queremos conseguir máximo rendimiento en nuestros jugadores. Aparece normalmente ante los errores.
“El entrenador debe hacerle entender al jugador que su error le ayuda a ayudarlo. Pero el jugador debe asumir el deber moral que supone la permanente lucha contra los errores propios“
Otra de las grandes razones por las que el error es siempre mejor que el acierto está en entender que ese fallo de tu jugador es, en realidad, una situación ideal para que el entrenador le pueda ayudar.
Me refiero a los dos sentidos de la situación: el jugador tiene esa oportunidad de ser ayudado y el entrenador encuentra la situación ideal para ayudarle tras el error porque le indica claramente el camino que está siguiendo su jugador y puede llegar a tiempo para reorientarlo.
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Tenacidad
Debe quedar claro que existe un peligro grande en el deporte que consiste en la falta de tenacidad. Me equivoco y me hundo, me corrigen y me canso de poner los medios para corregir ese error.
En el mundo del deporte hay una idea bastante clara en este sentido: Cualquier objetivo serio que te propongas en el deporte pasa por el esfuerzo y la constancia. Una permanente lucha contra los errores propios.
Compromiso
Que nadie piense que llegará a la cima de la montaña sin realizar un gran esfuerzo. De nuevo surge la idea de compromiso como un valor que debemos inculcar a los jugadores desde el primer momento si quieren rendir lo más alto posible.
No sirve la idea de algunos que suben la montaña corriendo demasiado y te pasan pero luego se paran para respirar un poco y tu, que vas simplemente caminando a buen ritmo, le pasas por tu constancia en tu caminar.
Constancia
Es sencillo corregir el primer error o alcanzar el primer pequeño objetivo pero lo que debemos inculcar a nuestros jugadores es a ser constantes y poner el último día el mismo esfuerzo que el primero. Solo así alcanzaremos metas altas sin darnos casi cuenta de su gran dificultad.
Los jugadores perfectos, nunca se dejan ayudar porque no tienen fallos y no hay ninguna razón objetiva para que el entrenador pueda ayudarle. Pierde una oportunidad grande para crecer a través de la gran experiencia de su entrenador.
Normalmente estos jugadores tan perfectos suelen llevar unos tapones en los oídos que producen un efecto rebote en cualquier situación en la que se intente dar un consejo o corrección para ayudarle. Puede incluso sentirse humillado si se le corrige.