El esfuerzo en el fútbol es fundamental para conseguir alcanzar la meta que te propones. Sin esfuerzo es imposible conseguirlo. Por eso te propongo una serie de ideas dirigidas a padres, entrenadores y jugadores que se preguntan ¿cómo puedo conseguir mi meta?
Contenidos
¿Eres un futbolista vago?
Pues te falta algo esencial para poder triunfar.
Cuando observas a los jugadores de un equipo, enseguida te das cuenta que hay deportistas con una actitud increíble y otros muy vagos. Con el tiempo puedes comprobar cómo esos jugadores con actitud son los que triunfan y los que lo tenían todo pero eran unos perezosos, fracasan.
Te lo cuento…
El esfuerzo en el fútbol
Javi era un portero con poco talento que nadie lo quería en el equipo porque era gordito y con escasas condiciones para el deporte. Sin embargo, en poco tiempo se convirtió en el portero del Villarreal cadete y de la selección española sub 16. Tenía una gran actitud, entrenaba muy duro cada día y no se quejaba nunca.
¡Qué diferencia con la actitud de su hermano! un jugador con un enorme talento pero que su carácter y su falta de esfuerzo en los entrenamientos, frenaron su progresión, perdiendo la oportunidad de triunfar en el fútbol. Este es un caso más completamente real como otros muchos que puedo contarte.
Tú ¿cómo eres? Estás siempre dispuesto a poner el máximo esfuerzo o eres un gandul?
A la hora de elegir
¿Sabes lo que pasa cuando el entrenador, al principio de temporada debe escoger a los jugadores de su equipo?
Ante la duda, entre un jugador con gran talento aunque vago y otro con menos talento pero trabajador y que se esfuerza en el campo, si es inteligente, se quedará siempre con el menos talentosos porque es el que te va a rendir más a largo plazo.
Lo importante en un jugador
Si me preguntas qué condiciones debe tener un jugador ideal, le pondría un 60% de actitud y esfuerzo y un 40% de técnica y condición física. Lo que más interesa en este periodo formativo del jugador es la seriedad con que se toma los entrenamientos, el esfuerzo que pone por darlo todo en cada partido, su capacidad de superar dificultades aunque sean muy complicadas, su entusiasmo y optimismo,…
Después, me fijaría en su técnica, su condición física, su capacidad de leer los partidos. Muchos entrenadores lo que hacen es todo lo contrario. Se quedan impresionados por la técnica de un jugador o por su físico pero no le dan importancia a su actitud y eso les hará fracasar más tarde o más temprano.
Un consejo a los jugadores más jóvenes
Si realmente quieres mejorar con el fútbol, no pierdas el tiempo entrenando la técnica, poniéndote en forma físicamente o intentando aplicar los movimientos tácticos que te enseñan en un partido. No busques el éxito en nada externo, has de buscarlo dentro de ti, en esa actitud que te hace invencible, superando obstáculos constantemente. Y luego trabaja todo lo demás. No te engañes, sin actitud y esfuerzo no tienes nada que hacer en el fútbol. Te lo digo con todo el cariño del mundo, porque quiero ayudarte.
Ejemplos reales
Te falta actitud si…
- Te duele un poco la cabeza y le dices a tu madre que no quieres ir a entrenar.
- Tienes un examen al día siguiente y le mientes al entrenador para poder prepararlo con calma.
- Te dan una patada y no sigues jugando por dolor, aunque puede aguantarse.
- Te hundes ante las contrariedades,
- Pides el cambio cuando ya no puedes más,
No eres un ganador y te falta actitud, sacrificio y esfuerzo. No sirves para este deporte y, aunque tengas mucho talento, no llegarás a lo más alto en el fútbol ni en la vida.
Siempre he dicho que cuando un partido está muy igualado gana el que tiene más actitud, el que sale al campo a comerse al otro sin miedo a nada ni a nadie, poniendo esfuerzo hasta el último minuto. También les digo a los chicos que en el fútbol y en otras situaciones, puedes ganar un partido siendo inferior a tu rival simplemente por tu actitud.
El esfuerzo en el fútbol se aprende en casa
Y esa actitud ¿de dónde sale? Normalmente es algo que adquieres en tu casa desde pequeño. Te lo transmiten tus padres en la convivencia familiar. Los padres protectores, que siempre están encima de sus hijos y que van solucionando todos sus problemas porque no pueden aguantar verlos sufrir, fallar, llorar…, lo que consiguen son hijos blandos, niños inmaduros, incapaces de esforzarse por nada porque saben que sus padres les solucionarán los problemas que van surgiendo.
Son niños sin actitud y desgraciadamente vemos muchos. Tienen excelentes condiciones para la práctica del fútbol e incluso pueden estar jugando en equipos importantes en su infancia pero, muy pronto, otros niños con menos condiciones, les superan porque tienen una actitud diferente, luchan más, se esfuerzan más y progresan más. A la larga, son los que llegan al éxito deportivo.
Padres coherentes
Existe otro tipo de padres a los que quiero felicitar desde aquí, que se dan cuenta, desde que sus hijos son pequeños, que deben dejarles sueltos para que experimenten ellos mismos sus errores y que, ante las dificultades, sean ellos los que pongan el esfuerzo para superar todas las barreras que se van encontrando en el camino, sin miedo.
Estos padres soportan los lloros de sus hijos, incluso que lo pasen un poco mal. Porque se dan cuenta que todas estas adversidades producen en el niño un fortalecimiento de su voluntad, un entrenamiento fantástico para poseer, con el tiempo, una actitud triunfadora. Les han transmitido a sus hijos que todo lo que les pasa es bueno porque les ayuda a mejorar. Aprenden a no caer dos veces en el mismo error. Estos hijos adquieren una confianza en si mismos impresionante que les permite no rendirse jamás, aunque sean grandes las dificultades que puedan encontrar en el deporte y en la vida.
Si lo que quieren es tener un niño vago, que sigan así, protegiéndole, mimándole, justificándole. Deben ser conscientes de que su hijo tiene poco futuro. No sirve para este deporte ni para ninguno porque no es capaz de poner esfuerzo en lo que hace. Se contenta con ir tirando. Él mismo decidirá dejarlo cuando se dé cuenta que, para triunfar en cualquier deporte, es necesario dedicarle todo el esfuerzo posible. Y ellos no están dispuestos a esforzarse.
¿Qué tipo de padres tienes tú?
Espero que te estén educando en la idea del esfuerzo porque eso te dará alas para seguir mejorando. Si no es así, ¿qué hacemos contigo? Tendrás que tomar una decisión después de ver este vídeo: debes decidir si quieres cambiar tu comodidad y tu pereza por una vida dura y sacrificada que te permita alcanzar metas muy altas en el deporte que practicas
“El éxito no se logra con la suerte, es el resultado de un esfuerzo constante.”
Fútbol significa no rendirse jamás
El esfuerzo en el fútbol
¿Cuántas veces nos ha pasado en el fútbol que queremos ganar el campeonato pero nos tenemos que enfrentar a un equipo que no ha perdido ni un solo partido o muy pocos?
Recuerdo un equipo de fútbol que quería ganar el campeonato. Iban primeros empatados con otro equipo muy bueno. Llegó el momento de enfrentarse por primera vez a ellos y perdieron. Sabían que habían perdido una oportunidad para ganar el campeonato y pasaron a ser segundos. Algunos comentaron el hecho como una derrota definitiva.
¿Tú qué piensas de esta situación? ¿Eres de los pesimistas o de los que piensan que hay que corregir cosas que se han hecho mal y seguir luchando?
No rendirse jamás
Al finalizar el partido, estaban un poco desanimados porque tenían ilusión por ganar la liga y ese equipo era tan bueno que nunca perdía. Algunos pensaban que era imposible ganar el campeonato. Esta derrota les dejaba ya como segundos. Pero la verdad es que quedaba mucha liga todavía y debían enfrentarse de nuevo en el partido de vuelta.
En el primer día de entrenamiento tras la derrota, el entrenador se reunió con el equipo y revisaron el partido, jugada a jugada. Analizaron qué les había fallado para que les metieran dos goles.
Una vez reconocidos los errores, el entrenador les lanzó un nuevo reto:
Tenemos un montón de semanas antes de volver a enfrentarnos a ellos. Tenemos una nueva oportunidad si entrenamos duro y trabajamos esos errores para que no vuelvan a aparecer. ¿Estamos dispuestos a trabajar duro para conseguirlo o nos rendimos?
Poner esfuerzo
Habría que trabajar duro pero todos estaban dispuestos a conseguirlo. Decidieron aplicar algunas medidas en los entrenamientos: empezar muy puntuales, aprovechar cada minuto, ayudarse entre ellos, escuchar los consejos del entrenador, esforzarse al máximo, dormir más y comer mejor.
Pusieron tanto esfuerzo en todo lo que hacían que cuando llegó el momento del partido salieron todos a una y arrasaron al rival con un 3 a 0 contundente que les dio la victoria y el campeonato.
Pienso que es un buen ejemplo para que te lo apliques en todo lo que haces. En el fútbol y fuera del fútbol. En todo.
No te rindas. No pongas excusas como que estás cansado. Con tu esfuerzo y tu buen ejemplo, ganarás el partido. Estoy seguro.
El Optimismo de los Campeones
El esfuerzo en el fútbol
Son las 5 de la tarde de un sábado cualquiera. Hace un tiempo maravilloso para la práctica del fútbol y el terreno de juego se encuentra en una zona alta. Desde allí se puede divisar la ciudad que se prolonga hasta llegar al azul del mar. La ilusión de los jugadores es indescriptible. Hay máxima expectación entre el público que abarrota el terreno de juego y los niños están nerviosísimos. Va a dar comienzo uno de los partidos más atractivos de la temporada.
Un estadio algo peculiar
El estadio está formado por un pedazo de asfalto del parking del Hospital de enfermos del Cottolengo. Las gradas son las escaleras del edificio y las porterías, gratamente improvisadas, marcan los límites del campo. Los jugadores son una mezcla de enfermos y niños que han decidido dedicar esta tarde a hacerlos felices. En las porterías, perfectamente equipados con guantes y casco, están dos veteranos del hospital. Con sus sillas de ruedas, prácticamente tapan todos los huecos posibles. Sus sonrisas y el brillo de sus ojos lo dicen todo.
Comienza el partido
Empieza el partido. Uno de los enfermos recibe la pelota y la conduce con bastante habilidad entre los niños que, disimuladamente, permiten que éste les supere hasta acercarse lo suficiente a la portería. El atacante prepara su pierna de golpeo y lanza un cañonazo que se cuela por toda la escuadra. El portero no tiene nada que hacer y la pelota entra como una exhalación.
La reacción de todo su equipo es ir a abrazarlo al goleador, festejando el gol. El enfermo levanta las manos, emocionado por las felicitaciones de sus nuevos compañeros. Lo celebra con una sonrisa de oreja a oreja que enternece y emociona a todos los presentes. La imagen de los niños abrazándole es para guardarla para siempre en el corazón.
El partido continúa y los guardametas muestran una gran habilidad parando casi todo lo que les disparan, ayudados por dos padres que empujan de un lado a otro sus sillas para cubrir posibles huecos. Cada parada es un nuevo abrazo lleno de cariño por parte de los chicos, que se lo están pasando en grande.
Finaliza el partido
Tras muchas risas y emociones, el encuentro se da por terminado con una tanda de penaltis que cierra la inolvidable tarde de fútbol en el Cottolengo. Los niños no se quieren ir y los enfermos les preguntan si volverán el sábado que viene, para un nuevo partido. Se nota que han disfrutado y el regreso a casa de los chicos se hace duro.
Cuando una persona da, siempre recibe más. Venían a ayudar y están a punto de irse agradecidos por haber descubierto un lugar tan maravilloso como éste.
Uno de los jugadores comenta que se lo ha pasado “muy bien” y que no se esperaba esto. Unas palabras sorprendentes, porque vienen de un jugador complicado, que normalmente muestra un mal comportamiento, tanto en los partidos como fuera del campo. Sin embargo, durante la visita al Cottolengo se le ha visto diferente, como afectado por todo lo que ha estado viendo.
Son felices
––“Nos quejamos tantas veces por pequeñas tonterías y no nos damos cuenta de que muy cerca de nosotros hay personas que no tienen posibilidad de moverse correctamente, que tienen enfermedades incurables y que sin embargo son muy felices” ––comenta un padre que acompaña a los chicos.
No sabemos quién ha recibido más
Ninguno de los que han estado allí volverá indiferente. Incluso, los que habían venido con desgana y pensaban que podía ser una pérdida de tiempo, regresarán felices por haber tenido la oportunidad de conocer un mundo tan diferente del suyo, pero tan lleno de vida. Han llegado cargados de paquetes con ropa, juguetes y donativos. Los enfermos les han devuelto mucho más a cambio. Algo difícil de describir, pero que ha cambiado un poco sus vidas.
Visita al hospital
Antes de irse, los chicos pasan a visitar el hospital y una joven sonriente les muestra un vídeo en el que diferentes personas explican su visión del Cottolengo. El primero en hablar es un enfermo profundo que es incapaz de dominar sus brazos. Apenas se le entiende hablando. Sus palabras nos emocionan al explicar cómo utiliza el ordenador. Aclara que uno es feliz cuando, en lugar de desesperarse por sus incapacidades, acepta su situación.
En el fondo está diciendo que todos somos muy parecidos y que hemos de saber aceptar nuestras limitaciones en lugar de quejarnos constantemente. En la vida surgen muchas dificultades y muchas desgracias que nos pueden bloquear, pero lo importante es esforzarte y seguir luchando para intentar superarlas.
“Trabajar mucho más”
En el fútbol nos pasa lo mismo frente a los problemas y los reveses que pueden surgir durante una carrera deportiva: una derrota dolorosa, una lesión grave, un descarte inesperado, una crítica del entrenador… ¿Cómo controlar correctamente estas situaciones? El enfermo del Cottolengo tiene la respuesta:
––“Hay que seguir luchando y aceptar nuestra situación en lugar de lanzar la toalla”.
Al terminar la visita, uno de los chicos pregunta a la persona que les está mostrando el hospital algo que le ha llamado la atención al ver los trabajos manuales que realizaban los enfermos:
––“¿Cómo es posible que hagan cosas tan bien hechas estando tan mal?”.
La mujer, sonriente y con toda la naturalidad del mundo, responde:
––“Sí, es verdad que tienen muchas dificultades, pero simplemente le dedican a estos trabajos mucho más tiempo, más esfuerzo e ilusión, hasta que lo consiguen”.
Una nueva lección
Tú que eres un deportista que desea triunfar con el fútbol: ¿Cómo te enfrentas a las dificultades que te vas encontrando? ¿Te cansas rápidamente y lo dejas o pones esfuerzo hasta el final? ¿Te asustas ante los obstáculos que van apareciendo o luchas para superarlos?
Para ser buen futbolista -y una buena persona- hay que tener mucha paciencia. Se necesita mucho tiempo, mucho entrenamiento y pocos desánimos. Hay que ser positivos y aceptar nuestras circunstancias sin quejarnos.
Hace falta tener el optimismo de los campeones.
Cómo potenciar el esfuerzo en el fútbol en tus jugadores
El esfuerzo en el fútbol
Una de los principales síntomas que he detectado en los jugadores de fútbol en la actualidad es su gran falta de esfuerzo y su poco espíritu de sacrificio. Juegan bien al fútbol pero no consiguen superarse porque les falta actitud, esfuerzo, sacrificio.
Suelo oír estas quejas de los entrenadores:
–Cuando algo no le sale bien, se pone a llorar, a quejarse… Le falta controlarse, no tiene actitud, es un vago, siempre con la ley del mínimo esfuerzo…
Es cierto todo esto y se puede apreciar en el campo. Tú, como entrenador debes empezar a trabajar otros aspectos más complejos pero igualmente importantes.
La capacidad del esfuerzo en el fútbol marca la diferencia
El esfuerzo y la actitud va a marcar la diferencia entre un equipo ganador y otro que no lo es tanto. Se manifiesta en esos detalles que con frecuencia no se trabajan bien durante los entrenamientos porque no se sabe cómo afrontarlos. Te das cuenta que el entrenador debe ser un verdadero especialista en este aspecto.
Rafa Nadal, Mireia Belmonte, Michael Jordan son ejemplos de fortaleza y un modelo para los más jóvenes que desean alcanzar metas altas. Sin embargo, hay alrededor nuestro muchas personas que muestran actitud y ponen esfuerzo constantemente. Son capaces de superar situaciones complicadas de su vida.
Como podemos apreciar, es una capacidad que no es exclusiva de los deportistas de élite. Todos pueden entrenarse para adquirir esa fortaleza.
Entrenarse en el esfuerzo en el fútbol
¿Qué haces para conseguir estar más preparado físicamente? Realizas ciertos ejercicios, te entrenas, fortaleces tus músculos, trabajas duro cada día para estar más en forma. De este modo, cuando tienes que realizar un esfuerzo importante en un partido, lo superas porque estás en forma, estás preparado.
Lo mismo ocurre con el esfuerzo. Posiblemente nacemos con más o menos condiciones para superar las dificultades pero claramente debes entrenarte desde muy pequeño para ir superándolas poniendo esfuerzo, enfrentándote a ellas, luchando por derrotarlas.
¿Y cómo lo entrenas con tus jugadores?
Cuando son jóvenes, debes pedir a sus padres que no los protejan tanto, que no sufran cuando ven que lo pasan mal, que no les solucionen los problemas cuando deben hacerlo ellos solos, que no estén tan encima de ellos…, etc.
Si aplicas estas normas, conseguirás en ellos un espíritu de superación personal, una autonomía, una fuerza mental que les facilitará, más adelante, ir resolviendo los problemas que aparecen en su vida y en su deporte.
Elementos para desarrollar su capacidad de esfuerzo en el fútbol
Como entrenador debes tener en cuenta estos seis elementos claves para desarrollar y potenciar su capacidad de esfuerzo en el fútbol.
1. Motívales
Ayer vino a verme un padre de un jugador de 13 años. Dice que su hijo quiere abandonar el equipo porque no tiene buena conexión con su entrenador. Se pone muy nervioso con la forma de ser del entrenador y no le apetece seguir así toda una temporada.
Es complicado tener una buena relación con todos y a veces no lo detectas pero tienes más sintonía con unos que con otros. Los niños lo detectan y pierden la ilusión por venir a entrenar porque olvidas este aspecto tan importante de tu trabajo que es tenerlos siempre motivados.
Nos sentamos a charlar un poco. Y me comentó que se sentía un poco frustrado porque todos sus compañeros eran más jóvenes y él era un año mayor. Parecía como si no hubiera avanzado, como si estuviera retrocediendo.
Entendí la situación y rápidamente busqué la forma de ilusionarlo. Se le encendió de nuevo el rostro y me agradeció la conversación que habíamos mantenido.
Entrenadores que queman a sus jugadores
Había conseguido apagar un fuego pero sabía que debía solucionar la causa del incendio: mi entrenador. Es complicado hacerle ver al entrenador que hay algo que no va bien en su actitud y en su forma de trabajar porque este no era el primer caso de intento de abandono en su equipo.
Por otro lado, hay que ser muy cuidadoso porque un comentario poco delicado puede afectar negativamente al entrenador y hacerle pensar que hace las cosas mal. Hay que enfocarlo por el lado de la experiencia. Destacar la cantidad de cosas que hace bien y que es bastante normal que esto ocurra a pesar de poner mucho esfuerzo por trabajar bien.
Como todo entrenador, hay que procurar buscar siempre la excelencia en la enseñanza y eso pasa por aceptar que vas a tener muchos errores a lo largo de tu carrera y que la diferencia entre un buen entrenador y uno malo es que sabes aceptar tus errores y te preocupas de verdad en corregirlo.
Jugadores que no quieren entrenar contigo
También hace muy poco tiempo un jugador infantil me comentó que a él le gustaría estar con un entrenador concreto porque, cuando va a sus entrenamientos, se siente muy reforzado y eso le motiva mucho.
Es una pena, pero así es la realidad. Los chicos valoran mucho que les motives y que confíes en ellos en lugar de asustarles con gritos y con salidas de tono. No les va este modelo.
Debes conseguir que tengan ilusión por alcanzar esos objetivos ambiciosos en el deporte. Que pongan auténtica pasión por lo que hacen. Que su actitud en los entrenamientos y en los partidos sea siempre excelente, la máxima que puedan dar.
Debes conseguir que realmente se comprometan para conseguir el objetivo. En el momento que llegas a un compromiso completo con tus jugadores, has llegado a lo máximo en su motivación personal.
2. Transmíteles confianza en sí mismos.
Siempre he dicho que un jugador joven, que trabaja en serio la técnica, juega al fútbol con más confianza porque se siente capaz de hacer más cosas que antes. Se siente seguro con el balón y encuentra recursos interesantes.
Parte importante de tu trabajo como entrenador es conseguir que crean en si mismos y en sus capacidades. Deben ser capaces de pensar que ellos pueden alcanzar el objetivo, tener fe. Estar plenamente convencidos de que con esfuerzo lo va a conseguir sí o sí.
Ten cuidado con la afirmación que se oye bastante en la actualidad: “Si quieres, puedes”. No es así. La idea es conseguir que quieran y luego pongan el esfuerzo necesario para conseguirlo. No es sencillo, detrás hay mucho trabajo. Y antes de conseguirlo, posiblemente haya muchas derrotas y muchos fracasos.
Existen muchos niveles de confianza. Tu trabajo como entrenador consiste en que vayan escalando poco a poco, subiendo escalones día a día, adquiriendo cada vez más seguridad y, de esta forma, vayan creciendo hasta alcanzar la confianza total.
3. Incrementa su capacidad de concentración.
De vez en cuando, cada vez más, vienen padres que nos advierten de la dificultad de su hijo por atender las explicaciones del entrenador porque tiene un deficit de atención. Precisamente la práctica de un deporte te permite mejorar esas situaciones. Sin embargo, hemos de ser conscientes de este tema y tener mucha paciencia realizando un trabajo específico con este tipo de personas.
- no mantengas discursos muy largos,
- asegúrate de que te están escuchando todos,
- habla claro y a su nivel,
- no utilices un vocabulario excesivamente técnico cuando son pequeños,
- utiliza las preguntas para asegurarte que lo han entendido y para fijar su atención: si solo hablas tú, es más sencillo que se despisten, pierden el interés rápido.
Tipos de distracciones
Son muchas las distracciones que un jugador puede generar en un entrenamiento o en un partido. Los gritos de los padres, el ambiente, algo que les llama la atención.
Entrénales para que no haya nada que les pueda desviar de su objetivo. Trabaja con ellos para que sean capaces de dirigir su atención al lugar adecuado y que esa concentración se mantenga durante el entrenamiento o durante todo el partido. Debes conseguir que permanezcan conectados, metidos en su tarea sin ningún tipo de despiste.
Tu labor es una verdadera obra de arte. No todos los entrenadores lo consiguen pero el que es capaz, obtiene muy buenos resultados de sus jugadores.
La concentración en el juego se respira en el ambiente, la puedes percibir perfectamente porque se aprecia en la forma de entrenar de tus jugadores. Hay que trabajarla poco a poco y tener muy claro que no se consigue de golpe.
Lo más complicado es que perdure en un largo periodo de tiempo con lo que estoy muy de acuerdo en dividir los tiempos de los partidos en periodos de 10 ó 15 minutos cuando son más jóvenes. Facilita mucho la concentración y el trabajo que puedes realizar con ellos en esos momentos.
Hace pocos días, jugando un partido de pádel, me di cuenta de este problema. Empecé jugando normal. Conforme me fui metiendo en el partido, aumentó mi concentración y mi juego mejoró. De repente, junto al campo de pádel, estaban unos jugadores entrenado a los que debía decirles algo y estaba pendiente de que no se marcharan sin poder antes hablar con ellos.
En esos momentos del partido, mi cabeza estaba en esos pensamientos y mi juego bajó mucho. Puedo decir que no respondí ni una sola pelota dentro de la pista. Me llamó la atención lo mucho que puede afectarnos la concentración en el nivel de nuestro juego. Por suerte, pude darme cuenta a tiempo y remonté el partido intentando concentrarme al máximo.
4. Prepárales para conseguir el autocontrol
Marcos es un jugador extraordinario que está alcanzando unos niveles de rendimiento muy altos. Ha nacido futbolista y lo único que hemos de hacer es pulir ese diamante que hay dentro de él. Le hemos marcado varios objetivos de mejora que ha asumido perfectamente: utilizar su pierna derecha sin miedo a fallar (es un zurdo espectacular) y ser capaz de controlar sus reacciones en el campo que, aunque no son muy llamativas, pensamos puede ir en aumento conforme se haga adulto estropeando su maravilloso juego.
Los niños aprenden de los ídolos a protestarlo todo en el campo y no se dan cuenta de que, además de ser un falta de respeto ante el juez del partido, está perdiendo la energía y la concentración necesaria para conseguir el objetivo que se ha marcado. No gano nada enfadándome y protestando.
Tu obligación como entrenador es que adquieran un verdadero autocontrol de sus actos ante las adversidades e injusticias, ante los insultos y las faltas. En muy necesario conseguir en tus jugadores que mantengan la calma y la compostura, que acepten con normalidad la presión y los nervios.
Todo esto les facilitará un mejor rendimiento y una mayor concentración. Evitará altibajos, producidos por factores externos a ellos mismos que reducen su capacidad para jugar mejor.
Enséñales a…
- contar hasta 10 antes de enfadarse,
- retirarse del lugar inmediatamente para no iniciar una discusión,
- tener rápidamente un pensamiento positivo cuando está a punto de explotar.
Todo esto se trabaja en el campo de entrenamiento, día a día. No pretendas que se controle en el campo si no lo entrenas durante la semana.
Pero te aseguro que el punto fundamental para que tus jugadores se auto controlen es poder ver en su entrenador una persona tranquila, moderada, respetuosa, implicada. Los entrenadores gritones y protestones incitan a los niños al descontrol emocional. Tienes mucho que ver en las actitudes de tus jugadores.
5. Enséñales a ser valientes.
Cuando surge el miedo en la competición no hemos de cambiar de actitud ni permitir pensamientos negativos. Explícales que tener miedo es normal. Has de dejarles muy claro que, ante un acontecimiento, todos tenemos un poco de miedo. El miedo no es malo. Es una reacción de la persona ante algo que piensas que no tienes del todo controlado. Hasta los grandes ídolos del fútbol, sienten miedo antes de un partido.
Ese miedo no debe romper nuestras rutinas, ni cambiar nuestra forma de jugar, ni provocar el abandono. Nos debe llevar a lanzarnos al campo con la confianza de que lo vamos a conseguir y poner todo el esfuerzo del mundo.
6. Forma jugadores capaces de sobreponerse
Son las 10 de la mañana de un fin de semana cualquiera. Los dos equipos han salido al campo para realizar el calentamiento previo al partido. Mis jugadores saben que el equipo rival ganó 10 a 0 en su último encuentro. Son unos monstruos. Mientras calientan, los miran de reojo y comentan lo grandes que son.
Los reúno a todos para darles una pequeña charla previa al partido. Los veo asustados.
–¡nos van a dar una paliza!– comenta uno de mis jugadores.
Pero uno de mis jugadores destacados, el capitán, se da cuenta de que ese comentario no es el adecuado en esos momentos.
–si antes de jugar sales así de negativo, mejor que no juegues– y mirando al resto de sus compañeros les dice casi gritando:
—Si jugamos como sabemos, no hay rival que pueda ganarnos– elevando el tono de la voz para transmitirles a todos su confianza en el grupo.
Estaban preparados para sobreponerse ante la adversidad
Mientras tanto yo sonreía al ver la reacción del capitán. Estaba satisfecho porque el trabajo con ellos estaba bien hecho. Se mostraban convencidos de que, a pesar de las dificultades, son capaces de superar los obstáculos y alcanzar el éxito.
Tú como entrenador debes prepararles para que sean capaces de superar las situaciones adversas que se encuentren en el camino con esfuerzo, sacrificio e ingenio.
Imagínate los eslabones de una cadena, bien unidos y bien cerrados. Si lo están, esa cadena no se podrá romper con facilidad, pero si uno de los eslabones se resquebraja, rompe la cadena ¿verdad?
Ser fuertes para afrontar las adversidades
El esfuerzo en el fútbol
“Los padres educamos a nuestros hijos para la vida y no para ganar partidos.”
El deporte es una herramienta muy útil para que nuestros hijos aprendan, por ejemplo, a ser fuertes ante las adversidades, ante las dificultades que van surgiendo en el día a día. Si lo aprovechamos bien, aprenderán a responder con fortaleza y optimismo cada vez que se presente una contrariedad. No se asustarán, ni se esconderán. No abandonarán, ni reaccionarán mal. Estarán entrenados para afrontar con valentía cualquier adversidad.
Cuantas veces podemos escuchar estas afirmaciones:
- Lo quiero todo y ahora
- Hago lo que me apetece y no me supone demasiado esfuerzo
- Me lo merezco todo
- Trabajo, sí, pero lo justo para cubrir el “expediente”
- Soy un niño, estoy aquí para jugar y divertirme
Los padres somos los culpables de que se estén produciendo estas reacciones en nuestros hijos y cada vez con más frecuencia. El mensaje se puede resumir en estas palabras: mínimo esfuerzo, máximo placer. Desde que son pequeños les hemos acostumbrado (repito: ¡les hemos acostumbrado!) a llevar una vida fácil y cómoda, a menudo cercana a una vida egoísta y dependiente.
Les damos comodidad y seguridad
Al principio no nos damos cuenta: son tan pequeños y tan vulnerables que creemos que lo mejor es darle todo tipo de comodidades y seguridad. Con el tiempo nos percatamos que no hemos sabido combinar esa comodidad con exigencia, esa seguridad con esfuerzo. Resultado: nuestros hijos crecen frágiles, con poca resistencia a la frustración y con pocas aptitudes de superación.
Es importante educar a nuestros hijos en el esfuerzo, en la capacidad de superar y afrontar dificultades. Debemos desarrollar en ellos desde pequeños una voluntad fuerte, sentido del sacrificio y fortaleza interior.
La vida no es fácil
Los adultos bien sabemos que la vida no es fácil. Nos depara sorpresas, a menudo dolorosas y difíciles de soportar. Nos exige sacrificios, privaciones y nos da muchas lecciones de humildad. Y esta es la vida con la que se encontrarán nuestros hijos: con momentos buenos y momentos malos.
Preparémoslos para sacar el mejor partido de todos esos instantes. ¡Empieza desde ya!
Debemos trabajar muy en serio para conseguir que nuestros hijos tengan claro que las cosas cuestan esfuerzo y que la vida no va a ser fácil.
Proponemos estas 10 reglas de oro para educar a nuestros hijos en el esfuerzo:
1. Para esforzarse, hay que estar seguro de uno mismo
Esta seguridad la obtiene del respeto y el amor que recibe de las personas que quiere. Por eso, trata a tu hijo como a la persona más importante del mundo. Que se dé cuenta que siempre le vas a querer, independientemente de lo que haga y cómo lo haga.
Eso no quiere decir que si se porta mal, se lo comentes y tomes las medidas necesarias.
Que se dé cuenta de que no le quieres por lo que hace en los partidos y que salga bien o mal le sigues queriendo igual.
2. Enséñale autocontrol.
Sé modelo de autocontrol para tu hijo.
- Cuando estás en un partido y el árbitro se equivoca,
- Si se meten con el equipo,
- Ante una falta intencionada,
Recuerda que eres modelo de autocontrol para tu hijo. Tenlo en mente y aprovecha las circunstancias del día a día.
Enséñales la técnica de parar, pensar y actuar. Te puede ayudar a que lo apliquen con eficacia.
- Parar para respirar y contar a 10 con la idea de conseguir el tiempo que necesitas para calmarte.
- Pensar para darme cuenta de lo poco ejemplar de mi actitud si no me controlo.
- Actuar escogiendo, con plena control de mis actos, la actitud más ejemplar para ese momento.
Pregúntate si…
- discutes con demasiada vehemencia,
- te dejas llevar por tu estado de ánimo,
- te quejas cuando las cosas no salen como deberían,
Son pequeños detalles que el niño registra en su mente y va conformando su personalidad.
Habla con él con ejemplos reales
Habla con él sobre lo que significa el autocontrol.
- Explícale, por ejemplo, que cuando “se aguantan las ganas” de insultar a un compañero que le ha ofendido o de jugar al ordenador cuando no toca, está teniendo autocontrol.
- Identifica las diferentes situaciones del día en que supera la tentación y házselo saber:
- Acostúmbrate a utilizar la palabra “autocontrol” en tu casa para que aprendan a reconocer en ellos esta cualidad.
- Déjale claro que va a necesitar poner mucho esfuerzo para conseguir controlarse pero que vale la pena intentarlo.
3. Dale responsabilidades en casa.
¿Cómo puedes educarle en el esfuerzo si en casa no tiene encargos?
Además de la obligación de estudiar y sacar buenas notas, reparte de manera proporcional las tareas que debe realizar en casa y exige su cumplimiento con la calidad que se merecen.
Que se sienta útil y que vea esos encargos como retos donde tenga que esforzarse para hacerlo bien. No bajes el listón de exigencia solo porque es pequeño o por otras excusas Si tiene capacidad de realizarlas, debe cumplirlas con la máxima calidad y esfuerzo.
Facilítales que puedan hacerlos correctamente. Para eso debes explicarle cómo debe hacerlo. Pacta con tu hijo los encargos que le adjudiques para conseguir que los haga sin que se lo tengas que recordar.
Felicítale de vez en cuando, si se está esforzando por cumplirlos, independientemente de la calidad del resultado final. Aprovecha esa felicitación para añadir, de vez en cuando alguna mejora en cuanto a su forma de ejecutarlo. Eso le animará a seguir esforzándose por hacerlo cada vez mejor.
4. No acudas siempre que te llama
Porque no siempre que te llama te necesita. De hecho, necesita llorar, equivocarse y rectificar sin tu ayuda. Dale espacio y tiempo para aprender a superar por sí mismo sus dificultades. Este es uno de los problemas más reincidentes en la actualidad.
No soportas ver llorar a tu hijo, cuando has de saber que esas lágrimas le están curando sus heridas.
No puedes permitir que los demás vean que tu hijo se equivoca e intentas disfrazarlo echando la culpa a situaciones externas. Date cuenta del daño que puedes provocarle, porque no son capaces de aceptar sus errores.
Lo ves inmaduro para resolver sus problemas y dificultades y le haces un flaco favor solucionándolo tu mismo en lugar de dejarle que se equivoque. Nunca aprenderá a superar por si mismo las dificultades que se encuentren en el camino. Estarás formando hijos blandos, sin iniciativa ni personalidad.
5. No cedas ante sus caprichos y berrinches
Hay cosas que se pueden explicar y negociar pero hay otras que deben aprender a aceptar sencillamente por el prestigio de los padres. Hay que saber decir muchas veces no aunque nos duela como padres. Muchas veces cometemos este error porque no queremos herir a nuestros hijos o verlos sufrir y, ante sus lamentos, cedemos y se lo consentimos.
6. Quiérelo con detalles
Piensas que la forma de demostrarle tu cariño es dándole todo aquello que te piden. Pero en realidad ellos lo que realmente valoran es el cariño que le muestras:
- dedicándoles tu tiempo con generosidad,
- estando presente en las diferentes actividades que realiza,
- animándole cuando necesita un pequeño empujón cuando las cosas se ponen cuesta arriba,
- felicitándole cuando se lo merece y explicándole las cosas con cariño y exigencia cuando se equivoca.
No debemos nunca evitar que consiga cosas por sí mismo, esforzándose y superándose.
7. Enséñale a enfrentarse a la injusticia.
Utiliza para ello las reuniones familiares. En ellas, se implicarán y podrán defender sus puntos de vista, respetando los de los demás. El objetivo es que, con el tiempo, sean capaces de defender sus principios y actuar en consecuencia. Enséñales a actuar con respeto, a escuchar las opiniones de los demás, ceder en las cosas opinables para evitar una discusión…
8. Enséñale deportividad, enséñale a jugar limpio
El deporte es una gran herramienta para fomentar el esfuerzo, la perseverancia y la superación de uno mismo. Es de vital importancia que aproveches el deporte de tu hijo para educarle en el esfuerzo por ser honrado, jugar limpio y mantener una gran deportividad en todas sus acciones. Puede ser un gran reto para ellos si eres capaz de ilusionarle por conseguirlo.
9. Establece normas claras y que conozca sus consecuencias
En casa debe existir una serie de normas muy claras. Asegúrate que todos las conocen y trata de cumplirlas, tú el primero. Un solo consejo: sé consecuente con ellas. Si no se cumplen, deben conocer las consecuencias que esa actuación lleva consigo. La disciplina da mucha seguridad a los niños. Tu hijo aprenderá a poner esfuerzo por aceptar esas normas y ponerlas en práctica. Luego, le será mucho más sencillo respetar las decisiones del árbitro y de las personas que le rodean aunque se hayan equivocado.
10. Fomenta el sentido del humor.
Procura envolver los problemas con buen humor y alegría. Un padre o una madre divertidos y alegres son tan o más dignos de crédito que aquellos padres con mal genio y que solo buscan culpables.
No se trata de convertirte en un amigo de tu hijo, ni en un colega. Eres su padre o su madre y debe existir un respeto entre los padre y el hijo. Sin embargo, enfocar las cosas con humor siempre genera un clima muy agradable en la familia.
Niños capaces de alcanzar metas increíbles
El esfuerzo en el fútbol
Los niños son unos profesionales de la ilusión y no hay nada más atractivo para ellos que el juego. Si les ofreces motivos para esforzarse son capaces de comerse el mundo alcanzando metas increíbles.
Aprovecha las situaciones ordinarias para formar
Una conocidísima marca de cromos nos envía cada año una caja con cromos de la nueva colección de la liga de fútbol. ¿Qué hacemos con esto? ¿Habrá que regalarlo a los niños?
No te puedes ni imaginar la cara que pusieron los jugadores más jóvenes cuando me vieron aparecer con los cromos en la mano. Me recordaba a esas largas colas de aficionados esperando a que salgan los jugadores del primer equipo para que les firmen un autógrafo. La misma cara de ilusión, ni más ni menos.
Cuando observé la fuerza y la atracción que tenían los cromos, pensé en cómo aprovechar esas energía de forma positiva. Ya había corrido la voz de que en el despacho se repartían sobres. Los chicos, después del entrenamiento sabían que tenían premio seguro.
Al principio les decía que era un premio para aquellos que habían entrenado bien. Pero me di cuenta de que podía conseguir algo más y se me ocurrió algo que se ha convertido en un auténtico bombazo.
Si los cromos despiertan tal entusiasmo, ¿por qué no aprovecho para plantearles objetivos pequeños a cambio? Una pequeña meta con tiempo para conseguirlo hasta el siguiente día de entrenamiento. Simplemente han de poner un poco de esfuerzo. De esta forma consigo incentivarles para que adquieran hábitos interesantes.
Comienza el experimento
Los chicos van llegando gota a gota, nunca de golpe, los que se duchan más rápido son los que antes llegan y luego, poco a poco, el resto. Eso me permite poder tener un pequeño dialogo de medio minuto con cada uno de ellos.
Tomo un sobre de la caja y se lo pongo delante mientras le comento:
–¿Serás capaz de dejar toda la ropa doblada dentro de la bolsa a partir de ahora?
El niño se lo piensa (sabe que es un reto complicado) y al final, observando el sobre dorado lleno de colores atractivos, dice que sí. Le miro a los ojos y le recuerdo que es un compromiso que adquiere y que espero que lo cumpla.
Inmediatamente le doy el sobre que no tardaba ni un segundo en ser abierto por sus pequeñas manos mientras exclama con los ojos brillantes de emoción:
–!Un super crac !!!!! qué suerte–
Mientras, los demás le miran con sana envidia.
Uno a uno van pasando, recogiendo su recompensa y comprometiéndose a cumplir con su objetivo de la semana. Todos salen contentos y motivados con la idea de cumplir con su promesa porque los niños tienen eso, son muy sencillos y, lo que prometen, lo cumplen o por lo menos lo intentan.
Los resultados llegan pronto
La semana siguiente, los niños acuden a por su sobre de cromos, con la bolsa de deporte en una mano, satisfechos por haber cumplido a la perfección con su objetivo. No tardo ni un segundo en felicitarles y mostrarles mi alegría por su deber cumplido. No hay duda que hay conexión total gracias a un producto atractivo y muy bien elaborado al que se ha sabido darle un enfoque adecuado para incentivar la formación del jugador.
Pero igual que ellos son insaciables y desean más sobres con cromos, yo también les voy exigiendo nuevas metas asequibles y atractivas que se presentan ante ellos como nuevos retos.
Termina el entrenamiento y de nuevo van llegando al despacho los jugadores con la incertidumbre de qué futbolistas les va a tocar hoy y con la ilusión de aceptar nuevos retos que van superando sucesivamente:
– Te he oido decir algunas palabrotas en el vestuario. ¿Serás capaz de intentar corregir eso?––Hablo muy bajito para que los demás no me oigan.
De nuevo el niño me mira dándose cuenta de que le pido algo bastante complicado. Le explico cómo puede hacerlo y al final acepta. Inmediatamente le doy un nuevo sobre y sale decidido a intentarlo mientras desenvuelve el sobre para descubrir la suerte que ha tenido con sus cromos.
Como los conozco bastante bien, procuro adaptar el objetivo a cada niño. Tu esta semana te vas a concentrar en obedecer a la primera a tus padres. Pablo, en cambio, vas a intentar ayudar a recoger la mesa después de la cena. Tu, vas a intentar no pelearte tanto con tu hermano. Juan, vas a hablar más con los de tu equipo (uno muy tímido). Tu te vas a esforzar en matemáticas porque has sacado una nota muy baja en este trimestre…
Cada uno se lleva un sobre y un objetivo para conseguirlo en un plazo muy breve. Son hábitos que van adquiriendo sin darse cuenta y como si fuera un juego donde se les reta a conseguir pequeñas victorias personales.
Las reacciones de los padres
Los padres de estos niños están encantados porque se dan cuenta de que, a base de cromos y retos, sus hijos se están planteando pequeñas mejoras en aspectos donde dejaban un poco que desear. No se lo pueden creer y se acercan al despacho para comprobar en directo cómo es la cuestión.
Como podéis apreciar, hay que sacarle punta formativa a todas las cosas buenas o malas que se nos presentan, siempre que lo sepamos utilizar de forma positiva. Podíamos haber entregado los cromos a los niños sin más:
––Hemos recibido esto y os lo damos.
La verdad es que hubiéramos perdido una oportunidad única para motivar a los niños a esforzarse por algo positivo para ellos. Es impresionante el poder que tiene algo tan insignificante como son unos cromos.
Pero llegó un momento que se terminaron y las visitas fueron reduciéndose. ¿Cómo voy a seguirles inculcando esos valores si ya no tengo el gancho de los cromos? Entonces se nos ocurrió algo interesante. En lugar de darles, les pedía a los niños que se desprendieran de todos los cromos repetidos para que pudiera yo seguir el intercambio.
Nuevos retos
A alguno le costaba dármelos pero les animaba a ser solidarios y les hacía ver que así podría seguir dando cromos a mucha gente. Impresionante la generosidad de algunos que me traían de su casa montones de cromos que iba guardando en cajas hasta que llegué a tener más cromos que al principio de esta aventura.
De nuevo empezaron a venir los niños a por cromos. Les dejaba escoger uno o dos. Y ellos, a cambio, me daban más cromos para mi super colección. Y seguía marcándoles nuevos objetivos.
Pero llegó el fatídico día en que casi todos tenían la colección completa y los cromos que yo guardaba no les servían y dejaron de venir. Era una pena porque estábamos consiguiendo objetivos cada vez más ambiciosos. Sin embargo me quedaba con lo positivo de la situación: ¡qué bien nos ha ido el negocio de los cromos! Los chicos han mejorado mucho gracias a ellos.
Nueva colección y nuevas oportunidades
Pero justo cuando esto estaba ocurriendo, aparece una nueva colección de cartas de futbol. ¡Estamos salvados! De nuevo empieza la locura. ¿Cómo es posible que un trozo de cartón tenga tanto éxito?
La empresa que diseña estos fantásticos cromos se dio cuenta de que tenía que inventarse algo nuevo para poder seguir encandilando a los millones de niños de todo el mundo y lo volvió a conseguir. Esta vez, en lugar de cromos eran cartas. El reto era volver a conseguir a los mejores jugadores de la liga.
Los niños son unos profesionales de la ilusión y no hay nada más atractivo para ellos que el juego. Si les ofreces motivos para esforzarse son capaces de comerse el mundo alcanzando metas increíbles.
Tu mismo puedes sacar tus propias conclusiones: ¿Eres un padre que sabes motivar a su hijo o eres de esos que piensa en avanzar por la vía de la imposición, del grito y de las malas caras? Si te identificas más en esto último, te animo a que pienses en cambiar tu actitud porque los resultados son impresionantes.
Motiva a tus hijos con retos que les ilusionen para entrenarles en el valor del esfuerzo.
Lo que nos enseñó Michael Jordan
El esfuerzo en el fútbol
Erase una vez un chico de color llamado Miguel que amaba el baloncesto por encima de todas las cosas. Era tal su pasión por el deporte de la canasta que todos los días y durante muchísimas horas jugaba en la calle con su hermano. Unas veces ganaba y otras perdía. Pero en lugar de desanimarse, esas derrotas le ayudaron a adquirir un espíritu de superación y sacrificio prácticamente invencibles que le ayudaron más adelante a seguir superando todo tipo de dificultades.
Te lo cuento…
¿Qué pasa cuando pierdes?
Quizá tu eres un buen futbolista. Pero ¿qué pasa cuando pierdes? ¿Dedicas todo tu esfuerzo para seguir mejorando o te hundes en cada derrota? ¿Te desanimas cada vez que las cosas no te salen tan bien como esperabas?
Miguel, en lugar de desanimarse, entrenaba más y mas duro, ponía mucho esfuerzo y mucho sacrificio. ¿Estás tu también dispuesto a entrenar duro o te pones a llorar o a quejarte cada vez que no te salen las cosas?
Pruebas para entrar en el equipo del Instituto
Como todo chico de su edad su sueño era entrar a formar parte del equipo del instituto donde estudiaba. Miguel pensaba que estaba lo suficiente preparado para ser uno de los elegidos, pero muchas veces se vive de sueños hasta que la realidad te coloca en tu sitio de inmediato.
Miguel se enfrentó a la dura realidad al mirar una y otra vez la lista de los jugadores elegidos para el equipo y comprobar que su nombre no aparecía por ningún sitio.
Puede ocurrirte que tu entrenador decida no alinearte en el partido o ponerte en un equipo inferior al que deseas. Es posible que no lo entiendas porque piensas que eres tan bueno como los demás. Si reaccionas mal, es por falta de humildad. En lugar de pensar que algo te falta para estar en el equipo, piensas que es el entrenador el culpable de la situación. La falta de humildad no te permite crecer y superarte y es uno de los mayores enemigos que te puedes encontrar en este deporte. Piensas que eres bueno y no te esfuerzas.
En busca de un apoyo
Comprensiblemente corrió a su casa y se encerró en su cuarto para derramar muchas lagrimas de frustración y tristeza. Su madre, que se dio cuenta de la situación, lo acogió entre sus brazos y, entre besos y caricias, le susurro:
––“Demuéstrales que se equivocan y da todo lo que tienes dentro de ti. Si lo haces y no te escogen, no tendrás nada que reprocharte a ti mismo”.
Esas palabras de su madre junto con la sensación amarga de no haber sido elegido hicieron que Miguel se prometiese a si mismo que jamás volvería a ocurrir algo parecido. Tomó su balón de basquet y empezó a entrenar con la idea de ser seleccionado en la siguiente ocasión.
Lo consigue, tras mucho esfuerzo
Y así ocurrió, fue tal el esfuerzo que realizó, que no sólo consiguió ser elegido en la siguiente oportunidad, sino que se convirtió en el mejor jugador de su instituto.
Ante las dificultades que puedes encontrarte practicando tu deporte favorito, debes reaccionar pidiendo ayuda a las personas que pueden aconsejarte correctamente. ¿Eres capaz de hablar con tu entrenador para que te diga lo que te falta para poder estar en su equipo? ¿Vas a trabajar duro para conseguir estos objetivos que te faltan para estar al nivel que te piden o te vas a desanimar dejando atrás una oportunidad para demostrarte que con empeño puedes conseguirlo?
El esfuerzo en el fútbol
Hay una ley en el deporte que dice: todo es posible si me lo propongo. ¿Te sirve? Hay que creérselo y, luego, trabajar muy duro para conseguirlo.
La importancia de plantearse nuevos retos
Miguel era ya el mejor jugador en su instituto. Casi sin darse cuenta, se le había quedado pequeño. Tenía que plantearse un reto mayor, la universidad. Ese salto tanto a nivel cultural como deportivo era muy difícil y peligroso. Si fallaba, no habría segunda oportunidad.
Muchos pensaron que el bueno de Miguel chuparía banquillo durante sus cuatro cursos académicos y que tras la graduación volvería a su pueblo para trabajar en una gasolinera o algo por estilo.
¿Eres un cobarde o vas a ser valiente?
Es posible que tu situación en el equipo donde juegas sea inmejorable. Destacas, metes muchos goles, te felicitan todos. ¿Has alcanzado tu meta? Sí, posiblemente has llegado a la cima pero desde ahí, puedes ver una colina más alta. Puedes pensar dos cosas. Que ya estás bien donde estás o que se te queda pequeño el objetivo y quieres seguir avanzando. La primera postura es más segura y muy cómoda. La segunda es arriesgada y exigirá de ti nuevos esfuerzos y sacrificios. ¿Eres un cobarde o vas a ser valiente?
El esfuerzo en el fútbol
Esta nueva meta que te has trazado de forma audaz no la vas a conseguir en poco tiempo, ni será fácil. Debes asesorarte bien antes de decidirlo. Pero luego necesitas mucho, mucho tiempo de entrenamiento, puliendo tu técnica individual, hasta llegar casi a la perfección en todos tus movimientos y decisiones. Rodéate de buenos entrenadores, son muy importantes para que puedas dar el salto. No pienses que tu solo lo vas a conseguir. Es muy complicado y la meta es alta con lo que cuanto más apoyado estés, mejor.
El esfuerzo en el fútbol
Con la ayuda del entrenador Bob
Una vez más el espíritu de superación y las condiciones innatas para el deporte del basquet, rompieron todos los pronósticos. Miguel, bajo la dirección del entrenador Bob, fue adquiriendo la técnica individual y colectiva que necesitaba de forma sorprendente, lo aprendía todo muy rápido. Fue un periodo en el que pudo crecer aún más como jugador.
Todas esas lecciones y horas extras de trabajo en el campo de entrenamiento, se vieron reflejadas en la final por el título universitario. Miguel encestó el tiro que dio la victoria a su equipo.
––“Ese tiro cambiará tu vida por completo”,
Esas fueron las palabras de su padre, nada más conseguir el título.
No existe la suerte sino el trabajo duro
Muchos hablan de la suerte para llegar a ser un gran jugador pero Miguel nos demuestra que detrás de la suerte hay mucho trabajo y mucho esfuerzo.
Un día, te tocará a ti intentarlo. Pero no será la suerte lo que se verá en el campo sino muchas horas de entrenamiento y un espíritu de superación constantes. Tu actitud es la que te ayuda a crecer y no tu talento.
El esfuerzo en el fútbol
Esa canasta le ayudó a dar el último empujón que necesitaba para adquirir confianza en si mismo. El juego de Miguel creció de manera exponencial y sobresaliente convirtiéndose en el mejor jugador universitario del país. Fue una llama que se encendió en su interior para no apagarse nunca jamás. Cada vez deseaba retos mayores.
Nuevos retos
Y como ya había sucedido antes, la universidad se le quedó pequeña en comparación con el siguiente desafío, una liga llamada Asociación Nacional de Baloncesto, la NBA.
Aquel objetivo que te había parecido inmenso, de nuevo puede quedarse pequeño si eres ambicioso y luchador. Como deportista, no te conformes con lo que has conseguido hasta ahora y sigue escalando con humildad, aceptando los errores, respetando la calidad de tus rivales, dandole la vuelta a tus contrariedades. Puede surgir la duda, el miedo a seguir creciendo pero piensa en lo que has avanzado y cómo lo has hecho y te darás cuenta de que has de seguir tu camino con la misma confianza y seguridad.
El esfuerzo en el fútbol
A nuevos retos, nuevos esfuerzos
Dicho y hecho, Miguel quería conquistar esa liga en la que ya no sería el único rey. Para convertirse en ese gran jugador, no imaginaba que debería superar muchas dificultades con un equipo lleno de problemas.
Al conseguir dar el salto a un equipo de más calidad puede ocurrir que no te adaptes porque ahora ya no eres el líder del equipo, no destacas tanto ya que el nivel de los otros jugadores es muy alto. Tu estabas acostumbrado a ser el mejor del equipo, a recibir las felicitaciones de todos, a brillar de forma habitual. Ahora esto no es posible y puede ser que te quedes bloqueado y tu rendimiento disminuya. Piensa de forma positiva. Estás en la mejor situación posible para seguir creciendo. Para seguir destacando, debes poner una marcha más, entrenar más duro. Si te rindes ahora estás perdido. Aprovecha el momento y supera esta nueva e importante dificultad. Piensa que puedes hacerlo.
El esfuerzo en el fútbol
La poca altura, una nueva dificultad
Miguel era muy bueno, sin lugar a dudas, pero la media de altura de los jugadores estaba por encima de los 2,10 y él no reunía ese perfil con su 1,98. Ese es el motivo por el que el equipo de los Cohetes primero y Chaquetas después no apostaron por él. Y casi de rebote, el equipo de los Toros eligió a Miguel, con muchas dudas, para intentar remontar la desastrosa situación en que se encontraban.
Cuántas veces hemos oído decir de un jugador es muy bueno pero muy bajito para jugar al fútbol, que es muy lento para ser defensa, o que le falta capacidad de desborde para jugar de extremo. No hay obstáculos para un jugador ambicioso como tu que eres capaz de superar las dificultades mayores que se presenten en todo momento. Tus carencias las suples con más esfuerzo y actitud.
El esfuerzo en el fútbol
Convocado a los Juegos Olímpicos de Barcelona 92
Miguel estaba feliz por poder jugar en la NBA. No era consciente del problema en el que sus Toros le habían metido al ser un equipo perdedor. Algo que no encajaba con su ambición ganadora. Pero antes de encontrarse con este problema, tendría otro reto: nada más uy nada menos que representar a su país en unos juegos olímpicos.
Miguel hizo que su selección se paseará bajo su liderazgo y talento, dejando boquiabiertos a todos aquellos que no le conocían. Nunca antes se había visto a un jugador con tal capacidad atlética y de anotación. Finalmente, Miguel se colgó la medalla de oro tras unos grandísimos juegos olímpicos.
Vuelta al equipo de los Toros
Ahora era el momento de centrarse en su equipo, los Toros, y no iba a ser nada fácil. Miguel tenía que entregarse al máximo, al estar rodeado de compañeros menos talentosos que arrastraban además un espíritu perdedor. No se arrugó ni muchísimo menos e hizo lo que hasta ese momento mejor sabía hacer: anotar, anotar y anotar de manera obsesiva, pues pensaba que ese era el camino para colocar a sus Toros en lo más alto. Pero, como quedaría demostrado más adelante, estaba equivocado.
No seas tan egoísta que pienses únicamente en destacar tú personalmente en cada partido. Eso no funciona en el deporte de equipo. Tienes que ser capaz de arrastrar a los demás detrás de ti. Estar unido a ellos. No puede existir el desprecio a los compañeros, la crítica a los fallos de los demás jugadores del equipo. No puedes mirarlos por encima del hombro como si no los necesitarás. Sin ellos, puede ser que destaques, pero nunca alcanzarás grandes objetivos con tu equipo. Les necesitas y ellos te necesitan a ti. Unidos seréis más fuertes, divididos no sois nada y llegarán las derrotas.
El esfuerzo en el fútbol
Consigue destacar a nivel individual
La primera temporada de Miguel estuvo llena de éxito personal. Fue nombrado el mejor debutante de la liga. Pero en la segunda temporada, tuvo una lesión que le dejó apartado del baloncesto activo la mayor parte del curso. No arrojó la toalla y luchó contra viento y marea para estar listo en el tramo decisivo de la temporada, las eliminatorias por el título.
Allí se topó con los Celtas, capitaneados por un jugador que se apellidaba Pájaro, y que en esos momentos era el mejor jugador junto con otro apodado Mágico,.
63 puntos en la cancha de los Celtics
A Miguel no le daba miedo el hecho de verse las caras con aquel mítico y legendario equipo, y muchísimo menos con el tal Pájaro. Deseaba, más que nada en el mundo, vencer a los Celtas y no se le ocurrió otra cosa que anotar la friolera de 63 puntos en la pista de los Celtas.
Miguel anotó canastas de todas las formas que nuestras mentes puedan llegar a imaginar. Hasta tal extremo llegó su increíble actuación, que Pájaro declaró a la prensa:
––“Hoy Dios se ha disfrazado de jugador de baloncesto”.
Sin embargo, no había podido vencer a los Celtas y tendrían que pasar unos cuantos años más para vencerlos.
Nuevas dificultades
En las temporadas sucesivas, el equipo fue creciendo, sin prisas pero sin pausas. Se incorporaron nuevos jugadores con mucho talento. Pero a pesar de esas dos grandes incorporaciones los Toros se encontraron con una tremenda dificultad. Se trata de ‘Los Chicos Malos’, un equipo que les privó de ganar la liga durante tres años consecutivos. Esto llegó a a enfurecer a Miguel hasta límites inimaginables.
Deporte sucio
Esos chicos malos practicaban un juego totalmente opuesto a lo que los equipos de la liga estaban acostumbrados. Practicaban un baloncesto miserable y siempre al borde de la falta. Dominaban como nadie el arte del otro basquet, es decir, el de poner nervioso a tu oponente con trucos, estratagemas y lenguaje venenoso. Los Toros caían en la trampa y perdían el control y la fuerza como equipo.
En el mundo del deporte te encontrarás con personas o entrenadores que su único objetivo es ganar, y además ganar como sea, utilizando todo tipo de trampas que te provoquen. Sé inteligente y no caigas en su juego, aunque sea bastante lógico que pierdas los estribos. Si lo consiguen, pierdes la concentración y eres incapaz de jugar al máximo nivel. Es un método fácil para vencer a equipos de más nivel que el tuyo ya que no tienen otras armas para intentar ganar. Hemos de ser fuertes mentalmente y eso también se entrena.
El esfuerzo en el fútbol
La llegada de un entrenador que cohesiona al equipo
Llegó un entrenador que introdujo en el equipo la filosofía correcta. Se trataba de jugar como conjunto, pensar que cada uno de sus miembros es importante dentro de su rol y sobre todo y más significativo, inculcar a Miguel que anotar muchos puntos no era el camino correcto para ganar el campeonato. Tenía que involucrar a sus compañeros, confiar en ellos ciegamente. Con ese último ‘toque’ a su juego, Miguel ya era un jugador totalmente completo y superior a sus oponentes, y ahora solo quedaba demostrarlo a nivel colectivo con el campeonato.
Un nuevo sistema de ataque
Otra prueba de fuego para el nuevo entrenador fue inculcar en sus jugadores el triángulo ofensivo, un sistema de ataque que si se llegaba a ejecutar a la perfección el equipo era prácticamente imparable. Pero para asumirlo se necesitaban muchas horas de entrenamiento, y confiar en él plenamente. Miguel, inicialmente, mostró sus dudas al nuevo sistema.
Cuando destacas como jugador, debes tener cuidado con tu humildad. Si eres un soberbio, piensas que ya está bien todo y no es necesario introducir cambios en los métodos de entrenamiento. Cuando un entrenador quiere implantar un sistema nuevo, no podemos criticarlo. Hemos de depositar toda la confianza en él y apoyarle en sus ideas. Enfrentarse a eso es tomar un mal camino que no beneficia al equipo ni al propio jugador.
El esfuerzo en el fútbol
Hay que tener paciencia
El tiempo de aprendizaje y de cohesión fue demasiado lento para Miguel, pero un equipo campeón no se hace de la noche a la mañana y más aún si tienes enfrente a ‘Los Chicos Malos’.
Pero tras siete años de travesía por el desierto y tragar mucha ‘basura’, nuestro héroe y su equipo estaban lo suficientemente preparados para asaltar la montaña, para hondear la bandera de campeones. Prueba de ello fue la magnífica temporada que realizaron. Quedaba demostrar que eran capaces de ahuyentar sus viejos fantasmas en la eliminatoria que daba acceso a la gran final contra los Chicos Malos.
Si has trabajado duro y estás bien preparado, no hay que tener miedo al equipo que te enfrentas aunque sea muy bueno y nunca lo hayas ganado. Confía en tu equipo y piensa que no hay nada imposible o inalcanzable en el mundo del deporte. Si sales con miedos o respetos, has empezado mal el combate. Piensa que son como tu y que no tienen nada que no puedas superar. Esa mentalidad te ayudará a alcanzar hasta lo más complicado.
El esfuerzo en el fútbol
Por fin la victoria
Los Toros no solo ahuyentaron a sus propios miedos, sino que además barrieron y dieron toda una lección de baloncesto a los Chicos Malos, demostrando al mundo que ganar no era sinónimo del basquet sucio que practicaban sino todo lo contrario. Un equipo campeón tenía que practicar un juego brillante. Ellos eran el modelo de ese baloncesto… Ellos eran el futuro del basquet, al menos en esa década que empezaba a caminar.
La final para ganar la liga
Una vez superada esa gran dificultad, los Toros llegaban a la final ante los Laguneros. Allí jugaba Mágico con cinco títulos. Era considerado uno de los tres mejores jugadores de la liga, junto a Pájaro y Miguel, aunque este, en menor medida, por no haber ganado aún nada a nivel colectivo.
Para todo el mundo del baloncesto, era la mejor final o el mejor escenario posible: Mágico contra Miguel. Todos los focos se centraban en las dos super estrellas.
En el primer partido de la final, al mejor de siete, los Toros pagaron la novatada de su primera presencia en la lucha por el título y los nervios estuvieron presentes en casi todos los jugadores, a excepción de Miguel. Cuando peor pintaban las cosas, él tiro del carro para igualar el partido y llegar a los últimos segundos igualados. Sin embargo, al fallar un lanzamiento sobre la bocina, su equipo perdió.
No se desanimó por la derrota
Pero como en otras tantas ocasiones Miguel tiró de su propia autoconfianza para asegurarse, no solo de ganar el segundo partido, sino de ganar el campeonato, el primero, para sus Toros. Han quedado dos escenas para la posteridad de Miguel: su sollozo en los vestuarios abrazado al título de campeón, y una jugada en el segundo partido cuando en el aire se cambió el balón de mano para dejar una majestuosa bandeja con la izquierda cuando parecía que iba a machacar.
Lo más difícil estaba conseguido, ¡ser campeón tras siete años de travesía por el desierto! Ganaron dos títulos más en las dos siguientes temporadas y nombraron a Miguel como el mejor jugador del mundo.
Pocos equipos habían sido capaces de conseguir tres campeonatos de manera consecutiva. Miguelo había conseguido.
Cuando ves jugar a Miguel te parece que todo lo que ha conseguido ha sido fácil pero detrás hay muchas adversidades y mucho esfuerzo. Hay que levantarse una y otra vez para seguir mejorando hasta conseguirlo.
El esfuerzo en el fútbol