La comunicación deportiva

La comunicación en el deporte: ¿cómo mejorarla?

La comunicación en el deporte es fundamental para conseguir que tus jugadores rindan más.

El profesor ha de saber diferenciar el error ocasionado por una distracción (falta de atención) del producido por una falta de comprensión

El entrenador, tras explicar un ejercicio, manda que se ponga en práctica. De pronto, se enfada con un jugador porque en lugar de aplicar sus instrucciones, realiza otras diferentes. ¿Qué ha pasado? Hay dos posibilidades: que no ha estado atento o que no lo ha entendido. Son dos posturas muy diferentes que hemos de tener en cuenta. 

En el caso de la falta de atención, lo primero que hemos de recordar es que los chicos demuestran actualmente menos capacidad para mantener la atención durante un largo espacio de tiempo. Se despistan con mucha facilidad y no captan todo tu mensaje porque están dispersos, quizá   pensando en otras cosas. 

El arte de mantener la atención clave en la comunicación en el deporte

El arte de mantener la atención de un niño en un entrenamiento es algo que se va adquiriendo con el tiempo. Debes tener en cuenta una serie de variables bastante amplias. 

Cuidado con el vocabulario que utilizas en la comunicación en el deporte

Si es muy elevado y no lo consiguen entender, desconectarán. Siempre digo que los niños son capaces de aprender muchas palabras nuevas aunque sean de un nivel avanzado. Pero hay que saber irlas dosificando para que las asimile de forma adecuada. 

Entusiasmo en la comunicación en el deporte

Una segunda variante interesante es cómo lo cuentas. Si te ven entusiasmado con aquello, prestarán atención. Pensarán ¿por qué mi entrenador está tan emocionado? Debe ser algo muy interesante, voy a escucharle.

 En cambio, si llegamos al entrenamiento con una voz monótona y con falta de ilusión, será mucho más fácil que tus jugadores desconecten a la primera de cambio. Se contagian de tu falta de entusiasmo. No ven en ti algo atractivo por el que tengan que hacer el esfuerzo de escuchar. Terminan perdiendo el interés en lo que les quieres enseñar.

Brevedad

breve. No utilices 10 palabras cuando puedes decirlo con solo 2. Ya aumentarás el contenido de tu mensaje poco a poco. No quieras decirlo todo de golpe. Quizá no lo pueden asimilar. 

Participación

Que participen en las exposiciones: haz que lo expliquen ellos en parte. Empieza tu y que sigan ellos o al revés. Pero que haya un diálogo y así ves lo que saben y lo que les falta, si lo entienden o no, si debes ir más despacio o puedes poner el acelerador.

Pon ejemplos cercanos o ponte tu mismo como ejemplo. Mejora mucho la comunicación en el deporte. 

Demostración

Haz una demostración mientras explicas, no utilices explicaciones teóricas, deben ver cómo lo haces porque no son capaces de pasar de lo teórico a lo práctico. Ellos pueden imitar. Es lo que mejor hacen. Por lo tanto, cuidemos el ejemplo para darlo lo mejor posible. Aumentará la comunicación en el deporte.

Dirígete con más frecuencia de lo habitual al jugador que tiene más facilidad en distraerse y pregúntale más, ponle en un lugar cercano para que pueda oírte bien y no haya nada que le pueda distraer. 

Sin embargo, muchas veces nos enfadamos sin razón porque nuestros jugadores han prestado atención a tus explicaciones pero cuando realizan el ejercicio no lo hacen bien. En muchos casos es porque no lo hemos explicado bien o ellos no lo han entendido bien porque tu explicación no ha sido suficiente

Existen diversas razones por las que no son capaces de aplicar lo que les dices en los entrenamientos o partidos:

Asegurarse de que lo ha entendido es comunicar bien en el deporte

Después de una breve explicación damos por hecho que lo han entendido y no siempre es así. Puede ser que no. La forma de asegurarse es preguntando qué ha entendido y que lo explique para ver si es cierto. 

Si no es así, puedes preguntar si necesitan que se lo vuelva a explicar y es entonces cuando hay que cambiar la forma de hacerlo, más despacio, más asequible, más claro, sin dar por hecho nada. De esta forma, los chicos conseguirán entenderte mejor y aplicar lo que les pides con la eficacia necesaria.

Dar por hecho conceptos que quizá no están claros para los chicos

Tú, como entrenador, tienes unos conocimientos pero quizá en tus explicaciones das por hecho que algunos conceptos ya deben conocerlos. Por desgracia no es así y se produce en la información que les das algunos vacíos que pueden impedir la comprensión total del mensaje que les das. Y eso tiene como consecuencia errores en la aplicación del ejercicio que les pides.

Por este motivo, insistimos en que el profesor debe ponerse a la altura de los jugadores con los que trabaja y no dar por hecho que ya entienden todo lo que les dices. Por ejemplo , mientras explicas, te das cuenta de que surge un concepto y puedes preguntar si saben su significado, antes de seguir explicando. Esto te permitirá poder asegúrate de que lo aplicarán en el campo tal como se lo has transmitido.

Exigir temas que son más complicados de lo que ellos son capaces de resolver

En ocasiones nos olvidamos la edad de los jugadores con los que trabajamos y les pedimos que realicen ejercicios que tienen una cierta complejidad incluso para chicos más mayores. Cuando esto ocurre, se crea un desconcierto grande entre los chicos porque no saben qué hacer ya que no es sencillo llamar la atención de su entrenador y quizá este no se percata.

Hemos de procurar ofrecer a los jugadores ejercicios que puedan entenderlos con facilidad y que sean sencillos de aplicar porque eso facilita mucho el aprendizaje.

Por otro lado, puede ocurrir lo contrario, que le propongamos a un grupo de jugadores un tipo de ejercicio tan sencillo y básico que no sientan ningún tipo de aliciente por hacerlo y no te escuchen. Desconectan porque aquello les aburre.

Te tienen miedo y te dicen que sí pero no lo entienden

El miedo al entrenador tiene estas cosas. No hay comunicación ni confianza suficiente para decirle al mister que no lo has entendido. Prefieres callarte y ver qué pasa. Eso produce un estancamiento en el aprendizaje del jugador que no es nada aconsejable y, como consecuencia, recibes una nueva bronca del entrenador. No se da cuenta que la culpa de ese error es suya porque le tienen tanto miedo que no se atreven a preguntar nunca nada. O te dicen que sí a lo que explicas pero en el fondo es que no.

Tienen vergüenza y no se comunican

Has de tener previsto que hay chicos con un cierto complejo o más tímidos, que por culpa de su falta de seguridad, aunque tú les das confianza e intentas adaptar la explicación lo mejor posible, no son capaces de decirte que no lo han entendido.

Es importante trabajar este concepto en el deporte, ayudarles a quitarse sus timideces y vergüenzas porque, de esta forma, les estás ayudando a resolver un problema grande que tienen. Una buena fórmula para conseguir mejorar este “miedo escénico” es preguntarle muchas cosas para que hablen delante de sus compañeros y se les quite el temor a hacer el ridículo. 

También aprovechar los momentos de comunicación con el equipo para que expongas su opinión delante de los demás. Al romper el hielo, los chicos acaban mejorando en este punto tan vital para su crecimiento personal y deportivo.

No quieren decepcionarte y rompen la comunicación en el deporte

Cuando existe una gran relación entre el entrenador y los jugadores puede ocurrir que los chicos no se atrevan a decirle a su entrenador que no le han entendido. No quieren decepcionarle. Ven que está poniendo un gran esfuerzo en la explicación y que lo hace con tanta ilusión que es imposible decirle que no.

Este problema tiene fácil solución. Cuando el entrenador detecta ese miedo del jugador a perder la confianza que le tienen, debe aclararles que, si realmente le aprecian, es mejor ser sinceros con él y decirle la verdad porque nunca quedarás decepcionado si un jugador afirma que no lo ha entendido. 

Puedes explicarles que si no lo dicen claramente, tú, como entrenador, estás perdiendo la oportunidad de aprender y de mejorar porque puedo pensar que lo hago bien y no es así. Aclárales que no quieres ser el entrenador perfecto, que puedes equivocarte muchas veces pese a que te esfuerzas por acertar y corriges lo que descubres que está mal.

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