Hoy quiero presentarte a Miguel. Bueno, su nombre realmente es mucho más atractivo. Se llama Michael Oher y es actualmente uno de los mejores jugadores de fútbol americano que existen. Esta es una fotografía suya actual. Lo ha ganado todo en su deporte.
Pero uno piensa que se nace así ya desde pequeño y NO ES VERDAD. Me gustaría contarte una historia impresionante. ¡Incluso han escrito un libro y rodado una película sobre él.
Miguel no tuvo una familia que le apoyara. Su padre estaba en prisión y su madre tenía una terrible enfermedad. Como no podían cuidarle, vivía en centros de acogida sin que nadie se preocupara mucho de él.
Gracias a un amigo, consigue que le acepten en un buen colegio porque, en este país, te dan una beca para estudiar si eres buen deportista y él jugaba bien al baloncesto y al fútbol. A pesar de sacar unas notas malísimas en las pruebas de acceso, lo aceptan por insistencia del profesor de deportes que tiene interés en incorporar a ese gigante en su equipo.
Miguel era un chico triste que pasaba hambre y vivía solo. Pero, un día lluvioso, mientras Miguel volvía caminando de su entrenamiento, una familia que iba en su coche pasó junto a él. Se quedaron mirando al gigantón al verlo mal vestido y sin nada de abrigo a pesar del frío. La madre que iba en el coche preguntó a sus hijos si lo conocían. Su hija asintió. Iba a su clase. El padre continuó conduciendo y pasaron de largo pero, al cabo de unos segundos, se dan la vuelta y lo invitan a subir al coche porque se enteraron de que no tenía donde dormir. Lo alojaron en su casa y al día siguiente le compraron ropa porque solo tenía lo puesto.
Esto es ser generoso. Ellos no necesitan para nada hacer esto. Hacía frío y se iban a su casa tras una jornada normal. No necesitaban complicarse la vida. Sin embargo, ven que alguien necesita ayuda y no lo dudan. Miguel no tenía casa, no tenía familia, no tenía comida, no tenía ropa, no tenía amigos…
Muchas personas cuando les sucede esto, miran hacia otro lado para no darse cuenta de la realidad que tienen alrededor, para seguir viviendo de forma cómoda y egoísta.
Posiblemente en tu equipo no ocurra algo tan especial pero siempre hay alguien en el equipo que necesita tu ayuda: uno que lo está pasando mal, otro que se ha olvidado las botas, aquel que ha fallado un penalti y está desmoralizado, ese que no es titular desde hace bastante tiempo, y tantas otras situaciones normales donde tu puedes ser muy generoso y ayudar a tus compañeros de equipo. Posiblemente es una forma de complicarte la vida porque son sus problemas pero te aseguro que con tu generosidad, además de ayudarles, ellos te están dando mucho más, sin darse cuenta.
Ya te he contado que en el colegio, las cosas no iban muy bien para Miguel: nunca hacía los deberes ni escuchaba a los profesores y claro, sus notas eran muy malas. Sin embargo los profesores del colegio querían ayudarle porque se daban cuenta de que no era tonto sino que tenía algún problema y había que ayudarle. Descubrieron que si le examinaban oralmente, respondía bien y que se enteraba de las cosas. Pronto empezó a mejorar en sus estudios. Nadie nunca había creído en él pero cuando notaba que querían ayudarle, respondía con generosidad y se esforzaba más. Al final, las notas fueron tan buenas que en el colegio le permitieron empezar a jugar al fútbol.
En tu equipo siempre debes procurar estar muy unidos y ayudaros unos a otros para conseguir objetivos importantes. Si ves que uno está bajando su intensidad en los entrenamientos, hay que ayudarle. Si ves que no se toma en serio los entrenamientos, hay que apoyarle. Si te das cuenta de que necesita ayuda, se la debes dar. Si eres generoso, él responderá también dando y entonces conseguiréis cambiar el rumbo del equipo alcanzando metas muy difíciles.
Pero no fue fácil tener a un gigantón negro en su casa. Las madres de otros niños empezaron a criticarles, los amigos de los niños se burlaban de ellos porque tenían un gigante negro en casa. Lo pasaron mal y empezaron a perder los amigos por culpa de esta situación.
Ser generosos con los demás es en ocasiones muy difícil porque hay que ser muy valiente. Pero si tienes claro que lo que haces es algo bueno, defiéndelo hasta el final y no tengas miedo en demostrarlo delante de todos. Defiende en el equipo al que es más débil porque te necesita. Haz mucho caso a tu entrenador porque vas a arrastrar a los demás a hacerlo. Sé optimista cuando el partido no va bien porque es una forma maravillosa de ayudar a los demás a ver el lado positivo del deporte.
Miguel, gracias a la ayuda de su familia y de los profesores de su colegio, empezó a sacar buenas notas y eso le permitió, por fin, jugar al fútbol. También allí le ayudó mucho su familia que estuvo siempre muy cerca de él. Sin embargo, una vez unos amigos de la familia, que se daban cuenta de lo felices que eran desde que Miguel vivía en su casa, comentaron si Miguel se daba cuenta de lo que estaban haciendo por él. La madre se quedó muy pensativa y respondió con toda sinceridad que eran ellos los que habían cambiado gracias a Miguel.
Piensa que esto es siempre así. Todo lo que hagas por los demás del equipo, sin darte cuenta te enriquece a ti, te hace mejor persona y eso es genial. Sentirás que te sientes útil y eso te llenará de felicidad.
Miguel llegó a jugar muy bien al fútbol y los mejores equipos del país querían ficharle. Y como la familia era partidaria de un equipo concreto, sin darse cuenta le animaron a que se inclinara por ese equipo. Pero ese equipo no era el mejor del país ni mucho menos y Miguel, por el cariño que tenía a la familia escogió como ellos querían en agradecimiento a todo lo que habían hecho por él.
Pero los padres adoptivos de Miguel se dieron cuenta de que quizá habían sido unos egoístas y que no podían influir en una decisión como esta. Miguel debía escoger él el equipo que más le gustase y no el que ellos querían. Ellos ya eran felices viéndole disfrutar con el fútbol.
Qué importante es saber reconocer que te has equivocado e intentas rectificar y en lugar de pensar en ti mismo, te preocupas de los demás.
En tu equipo, muchas veces queremos ser la estrella. No pasamos un balón porque queremos meter nosotros el gol; no felicitamos a un compañero por su buena jugada porque tenemos un poco de envidia; no compartimos sus alegrías porque solo pensamos en nosotros mismos. Quizá esta historia te ayude a pensar que hay algunas cosas que puedes cambiar.
Miguel ha ganado este año pasado la Superwold y es uno de los mejores jugadores de fútbol americano en Estados Unidos. Él debe estar muy feliz pero sabe que si ha llegado a ser algo es gracias a la generosidad de esa gran familia y de tantas personas que han estado detrás y que le apoyaron tanto.
2 comentarios en “Michael Oher, una historia valiente”
Francisco Javier: Muchas gracias.
Saludos desde Alemania.
Espero que puedas transmitir este artículo a mucha gente porque estoy seguro que les ayudará a ser mejor persona y mejor deportista. A la gente joven les encanta descubrir que hay personas con historias preciosas que desconocemos dignas de imitar.