No pidas una carga ligera, sino una espalda fuerte.

Ha terminado el partido y los chicos han salido derrotados. Saben que esto significa que no hay posibilidad de clasificarse para la fase final. Son muchos los kilómetros realizados, los entrenamientos de preparación, los esfuerzos añadidos… y todo se va en unos minutos. Por un momento, la sensación es de desolación total. Hay lágrimas. Parece como si todo se te viniera abajo sin darnos cuenta de que lo importante no es la meta sino el camino recorrido.
Los entrenadores son conscientes de que estas situaciones deben entrenarse pues se trata de un proceso de adaptación a las experiencias de vida difíciles o extremas.
La resiliencia es la capacidad humana de asumir con flexibilidad situaciones límite y sobreponerse a ellas.
Realmente se trata de un término que cada vez se tiene más encuentra en el mundo del deporte. Debemos preparar a nuestros alumnos para afrontar con las mejores garantías todos los reveses que puedan padecer a lo largo de su formación, consiguiendo un desarrollo integral.
Porque en una sociedad donde cada vez se corre más, donde impera la cultura de la inmediatez y donde se niega el fracaso, se hace más necesario que nunca que elaboremos estrategias conjuntas para formar alumnos no sólo desde el punto de vista técnico sino también y, sobre todo, desde el punto de vista emocional. He aquí la razón por la que la resiliencia puede ser un factor clave de prevención de problemas relacionados con el crecimiento personal de nuestros jugadores.
Mientras estás leyendo estas líneas pensarás que tal vez no eres capaz de enseñar resiliencia. Pero te puedo asegurar que no es así. Es por ello que te invito a que leas estas sencillas pautas que puedes llevar acabo en tu equipo y que te aseguro serán tremendamente útiles para ellos.
¿Cómo podemos enseñar resiliencia a nuestros alumnos?
1. Enseña a hacerse preguntas. Muchas veces los entrenadores pensamos en las respuestas que nos darán nuestros jugadores. El profesor enseña y el alumno realiza aquello que le hemos enseñado. No sabes la satisfacción que les da a los chicos descubrir las soluciones que se plantean en un partido sin necesidad de que el entrenador les vaya teledirigiendo. Les da más fuerza para seguir esforzándose ante nuevas dificultades.
2. Enseña valores a tus alumnos en el día a día. Se trata de un recurso tremendamente efectivo. Consiste, por ejemplo, en pedirles que durante un día piensen en hacer un favor a alguien que les importe. Una vez hecho este favor deben verbalizarlo, es decir, explicarlo en voz alta. Si educas a tus jugadores en los valores, serán más sensibles a lo que les rodea y les permitirá afrontarlo con la mejor de las predisposiciones.
3. Enseña a ser útil. Debemos esforzarnos para que todos nuestros jugadores de una forma u otra se sientan útiles. En los deportes colectivos esto es muy sencillo conseguirlo porque la suma de los esfuerzos de cada uno de los jugadores es lo que permite que se consigan metas altas. Uno solo no avanza, juntos multiplicamos nuestra fuerza y somos invencibles.
Si conseguimos que tengan la sensación de que sirven para algo, automáticamente estaremos ante alumnos con una elevada autoestima. Serán alumnos felices y esta felicidad podrá ser determinante no sólo para afrontar sus adversidades, sino también para ayudar a sus compañeros ante cualquier dificultad que surja. Somos los eslabones de una misma cadena. Si se rompe un eslabón, se parte la cadena. Somos imprescindibles para el éxito del equipo.
4. Enseña a ser positivo. Ser positivo consiste en valorar, por encima de todo, aquello que tienes. En una sociedad tremendamente consumista, hay que invertir los valores que tienen los alumnos, es decir, hay que fomentar, no lo que les falta, sino todo aquello de que disponen.
Como entrenador o como padre debes reforzar aquellas cualidades que el jugador posee: su potencia en el disparo, su capacidad de desbordar al contrario, su velocidad, su inteligencia en el juego, su liderazgo… Hay que hacerles ver de manera consciente qué es aquello que tienen y qué es lo que más valoran de lo que tienen, tanto en lo material como en lo que a las personas y a sus cualidades se refiere.
5. Haz reflexionar a tus jugadores. Convénceles de lo mucho que tienen, y de lo muchos que pueden dar. Educar a las personas en el optimismo es tremendamente importante y, de hecho, puede ser determinante en caso de que un jugador pueda experimentar algún tipo de pérdida, ya sea de un familiar, o de algún bien de carácter personal.
6. Potencia habilidades. De lo que se trata es de que sean los propios jugadores los que descubran por sí mismo cuáles son sus habilidades, es decir, en qué son buenos, en qué pueden llegar a ser los mejores. Una vez lo hayan descubierto, nosotros, los docentes debemos potenciarlo al máximo con los recursos que tengamos. Pensar en el potencial que puede suponer un equipo de 15 jugadores. Son 15 potencialidades distintas. Es un tesoro enorme del que ellos no tienen conciencia. Estas habilidades podrán resultar claves para poder superar experiencias que se consideren traumáticas.
7. Enseña a resolver problemas. La resolución de problemas, o de conflictos, es un aspecto que cada vez se debe tener más en cuenta en el fútbol base. Debemos ver el conflicto como una oportunidad, es decir, como una posibilidad de resolución. En este sentido las figura del capitán o capitanes de equipo son una extraordinaria oportunidad de gestionar conflictos no individuales, sino de grupo.  Saber escoger los capitanes adecuados ayudará mucho a afrontar las adversidades que puedan surgir a lo largo de la temporada.
8. Fomenta la autoestima. La autoestima puede jugar un papel decisivo para hacer frente a cualquier tipo de adversidad. De ahí que debamos insistir en reforzar al máximo la autoestima de nuestros jugadores. Y podemos hacerlo a través del refuerzo positivo incondicional, es decir, recordando y verbalizando lo mejor de cada uno de tus alumnos, celebrando sus logros y compartiéndolos con el resto.
9. Crea redes de apoyo. Es fundamental transmitir a nuestros jugadores que nunca estarán solos ante una adversidad, sea del tipo que sea. De ahí que es muy recomendable establecer redes de apoyo entre todos los jugadores, conseguir la máxima unidad en el grupo. De lo que se trata es crear vínculos, de crear amistades que puedan perdurar en el
tiempo y que en la adversidad se conviertan en una red de seguridad. A través de esta red de apoyo los jugadores pueden dar lo mejor de sí en cada momento y retroalimentarse de la gratitud y de la bondad que reciben por parte de sus compañeros.
10. Enseñar perspectiva. La perspectiva no es más que el punto de vista desde el cual analizamos la realidad que nos rodea. Por eso es tan importante enseñarla a nuestros alumnos. Ante una situación adversa, la perspectiva juega un papel fundamental para la superación de la misma. De lo que se trata es de descentralizar el foco del dolor y del sufrimiento a través, precisamente, de la perspectiva. Con la perspectiva lo que lograremos es relativizar el problema, es decir, disminuir su magnitud y la desproporción que experimentamos en una situación adversa. A mayor perspectiva, mayor visión. Y a mayor visión, mayor será la posibilidad de superar una situación traumática.
Estas son algunas de las actuaciones que pueden hacer de tus jugadores unos futbolistas educados en la resiliencia. Soy consciente de que el reto es ambicioso, pero estoy seguro de que hay muchas de las actuaciones que aquí propongo que en algún momento has puesto en práctica. De lo que se trata es de ir construyendo día a día, sesión a sesión , unos mecanismos que propicien que puedas enseñar la resiliencia en tus entrenamientos. Estoy convencido de que los clubes que fomenten la cultura de la resiliencia serán los que mejor gestionen las adversidades, tanto desde el punto de vista individual como colectivo.
Quisiera acabar el artículo de hoy con una cita que me gusta recordar cuando me enfrento a alguna adversidad:
No pidas una carga ligera, sino una espalda fuerte.

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