Como entrenador que eres, quiero formularte esta pregunta de forma directa. ¡Cuántas veces la hemos formulado en nuestras conversaciones con nuestros colegas! Me parece muy oportuno dedicar un tiempo para hablar del tema porque, tras la lectura de este capítulo, podríamos llegar a la conclusión de que quizá tú puedes cambiar el fútbol base.
He de reconocer que las respuestas que encuentro a mi pregunta son muy negativas: “Está enfermo, decadente, desmadrado, fuera de sitio, sin sentido, mal llevado, hay mucha violencia”… Podríamos seguir incluyendo adjetivos que describen muy bien lo que se piensa de él.
Pero me gustaría hacerte otra pregunta más personal: como entrenador, ¿eres feliz con el fútbol?
La experiencia me dice que las respuestas de casi todas las personas que conozco son afirmativas. La mayoría se siente feliz con el fútbol. Entonces, ¿qué es lo que nos pasa? Es muy sencillo: las personas tenemos la mente orientada a la crisis. Cuando nos preguntan algo, lo primero que hacemos es decir todo lo que falta, lo que va mal, lo negativo.
Vamos a verlo en nuestro deporte, el fútbol. Lo primero que detectamos es la queja. Nos quejamos absolutamente de todo. Si el partido se va a jugar con un sol espléndido, nos quejamos del calor que hace y, si no hay sol, nos quejamos de la lluvia y del frío. Siempre buscamos la queja: que si el árbitro, que si el campo, que si el entrenador, que si los jugadores, que si los padres…
Llega a tal punto nuestra actitud de queja que algo anda mal si un día se nos ocurre no quejarnos de nada. Tú, como entrenador o como padre, posiblemente formas parte de este tipo muy determinado.
Otro aspecto que podemos destacar inmediatamente es el reclamo: “Esto no puede ser, esto es un desastre”.
Nos pasamos todo el tiempo reclamando y afirmando que todo está fatal, creando un ambiente muy negativo entre los miembros del equipo o entre el grupo de padres. Es una enfermedad que se manifiesta en nuestras ganas de demostrar a los demás que lo que hacen sus jugadores siempre está mal, que el club debería tomar ciertas medidas pero que no tiene valor para hacerlo, que la federación solo mira sus intereses y se olvida de los clubes, etc. Esta categoría es la de los reclamólogos.
Por último aparece otro tipo, el de los opinólogos. Somos capaces de opinar de cualquier cosa sin saber nada de nada, pero con una gran seguridad. Opinamos de todo. Los padres con hijos deportistas se sienten con la autoridad de opinar de sistemas de juego, de lo que debería hacer el entrenador en el siguiente partido o sobre qué se equivocó la semana pasada.
Esta actitud que mostramos constantemente con nuestras quejas, reclamos y opiniones, produce un estado de ánimo pesimista que desemboca en un estancamiento vital. Nos quedamos pensando que no podemos cambiar los problemas del fútbol. Os lo demuestro en esta situación real de unos padres tras el partido:
–Qué bien jugaron nuestros hijos hoy, ¿eh?– le dice un padre a otro, al finalizar el encuentro con una victoria bien trabajada.
–Sí, pero la semana que viene juegan contra los líderes y será diferente —responde el otro padre, con pesimismo inútil.
Una situación parecida es la que se manifiesta en esta conversación entre dos entrenadores después de un partido que debió ser suspendido porque los padres se mostraron violentos con el árbitro:
–Hay que terminar con estas actitudes de una vez por todas. Los padres se están cargando el fútbol de sus hijos —comenta un entrenador a otro, cuando terminan un partido antes de tiempo por insultos al árbitro.
–Esto no hay quien lo solucione. El fútbol base está podrido —responde el otro entrenador, con tristeza, porque no le ve solución al problema.
Vivimos en un estancamiento vital que nos hace perder poder. Ese pesimismo nos frena y no nos permite avanzar, porque todo está mal. No solo nos frenamos a nosotros mismos, sino que contagiamos ese pesimismo a los demás.
El fútbol base está pasando por una crisis de gran importancia. Está mal planteado, hay personas que sobran, existen intereses que lo estropean todo, se aplican modelos poco adecuados para las edades de los niños y, sobre todo, hay corrupción, el dinero se ha metido por medio y eso son palabras mayores
Al darnos cuenta de todo esto, a menudo lo expresamos en nuestras conversaciones con esta afirmación:
—Es lo que hay. El fútbol base está muy mal.
Es como si dijéramos que no se puede hacer nada, que hay que asumir la situación y aceptarla, permitiendo que las cosas sigan igual, al vernos impotentes ante la grandeza del mal y lo poco que somos nosotros para conseguir un cambio.
Estamos tan estancados que no solo aceptamos la situación tal como está, sino que además les estamos diciendo a las próximas generaciones que ellos tampoco la podrán cambiar. Ante una situación tan negativa como esta, lo primero que piensas como entrenador es en formarte mejor porque eso te permitirá obtener un criterio para afrontar las cosas; adquirir una serie de habilidades y pulir el talento para salir de ese infierno que se nos presenta tan negativo. Buscas tener experiencia suficiente para poder afrontar las cosas con más seguridad.
Sin embargo, quiero descubrirte algo diferente, que puede cambiar tu visión del fútbol y de la vida por completo.
La habilidad, el talento, el conocimiento y la experiencia que vas adquiriendo son importantes. Todo eso suma, pero la actitud multiplica. Si tu actitud ante los problemas del fútbol es cero, eres un cero. Si tu actitud es negativa, eres una persona negativa; si tienes actitud pesimista, eres un pesimista.
Entonces, mi propuesta es la siguiente: ¿por qué no cambias de actitud?, ¿qué puedes hacer para cambiar esa actitud victimista por una optimista?
Empieza diciéndote a ti mismo que vas a cambiar esa actitud. Cuando cambias, todo es diferente. Comienzas a ser protagonista de tu vida. A partir de ahora vas a realizar tú los cambios que quieres aplicar en el fútbol. Basta de críticas, de quejas, de opiniones y empieza ya a ser el protagonista de tu propia vida.
La primera idea que debes tener clara es que el cambio empieza por uno mismo. Ese cambio interior depende de ti, de nadie más. En tu metro cuadrado vibras con la energía que quieras vibrar. Importa mucho lo que ocurre fuera de ti pero es con tu ejemplo como vas a ayudar, porque eres el líder de tu metro cuadrado.
Empezarás a vivir una vida diferente porque vivías en el infierno, en el mundo de la queja, de la opinión apresurada y del pesimismo. Ahora, con este cambio de actitud, vives en el paraíso. Empiezas a ser feliz y disfrutas con lo que haces. El infierno y el paraíso no son lugares sino que son decisiones. El infierno lo tienes junto a ti y mañana puedes volver.
Empiezas a darte cuenta de todo lo que tienes y no te limitas a lo que te falta. Empiezas a preocuparte por dar ejemplo, por liderar a tu equipo, formarlo. Porque tu metro cuadrado vibra como tú quieres. Uno es los que hace y también es lo que deja de hacer. Si todo el tiempo vas a estar esperando que alguien cambie esto… el fútbol base nunca cambiará.
No todos tenemos las mismas posibilidades. Empieza a educar con el ejemplo, que es la mejor forma de transmitir esos valores deportivos. Debes ser la imagen de lo que quieres formar. Irradiar energía desde tu metro cuadrado. Tú eres el protagonista de tu vida. Tú eres el que quiere cambiar las cosas, no esperes a que otro lo haga.
Desde tu metro cuadrado empiezas a ser solidario, optimista. Y eso que transmites lo contagias a los demás. Si eres pesimista, transmites pesimismo; si eres feliz, los que están alrededor tuyo son felices. ¿Qué energía irradia tu metro cuadrado? Hazlo siempre con toda la energía del mundo.
Por las mañanas, siempre me cruzo con Reynaldo, que es la persona que se encarga de la limpieza del campo de fútbol, y siempre le saludo sonriente, haga frío o haga calor:
—Buenos días, Reynaldo —Mientras él se detiene también, para saludarme con una sonrisa.
Una mañana, tras el saludo habitual, me dijo agradecido:
—Eres la única persona de todos los que pasan diariamente que me saluda con tanta alegría. Y esa alegría que transmites cada mañana me carga las pilas para todo el día. Muchas gracias.
¿Qué estas comunicando a tus jugadores, a tus hijos? ¿Irradias respeto, gratitud, optimismo? Porque somos fuente de energía. Porque lo que transmites es lo que recibes. El mundo es como nosotros lo queramos. ¿Me levanto o no? Bueno, me levanto. ¿Con buen humor o con mal humor? Son decisiones que hacemos desde el primer momento. ¿Veo todo lo que tengo o veo todo lo que me falta? ¿Vas a ser optimista o te vas a dejar llevar por el pesimismo?
Con tu actitud positiva puedes cambiar el fútbol base: de ser demasiado competitivo a ser plenamente formativo; de transmitir odio y violencia a ser totalmente respetuoso con las personas; de buscar únicamente la victoria a preocuparte más por la mejora de tus jugadores…
Es cierto que está mal, que no funciona y es verdad que pensábamos que no podíamos cambiarlo. Nos sentíamos un granito de arena dentro de una enorme playa. ¿Qué puede hacer un granito de arena para cambiar toda la playa?
Este es mi único mensaje: cambia tu actitud, ese cambio va a arrastrar a los demás y, con tu buen ejemplo, serás capaz de darle la vuelta a la situación tan terrible que vivimos en el fútbol formativo.
Tú tienes la posibilidad de salvar el fútbol base, en tus manos está el poder elegir una de estas dos opciones: o sigues esperando a que alguien actúe y, mientras tanto, sigues quejándote o decides cambiar tu actitud definitivamente. No hay más caminos, pero recuerda que tu actitud multiplica…
El futbol base será como tú quieras que sea, depende únicamente de ti.