Una historia de generosidad

Una historia de generosidad

Una historia de generosidad que no te dejará indiferente

Toni tiene 20 años y ha salido de excursión para subir una gran montaña con su padre. Ambos son muy aficionados a la escalada y van a intentar ascender un pico de más de tres mil metros de altura por una ruta muy complicada en la que hay que tener mucha experiencia.

Conforme van subiendo, se van encontrando más nieve en el camino y, en poco tiempo, están caminando entre grandes rocas completamente nevadas. Hace mucho frío pero los dos van muy bien protegidos con guantes, gorros y ropa adecuada. 

Como bien sabes, para no resbalar con el hielo, llevan en las botas de montaña unos crampones que son como una suela de clavos que te permite agarrarte al hielo. Además, el padre lleva un piolet, que es un bastón en forma de pico muy ligero que te permite quedarte clavado en el hielo en caso de resbalar.

Llega un momento que el viento y el frío son tan intensos que deciden ir atados con una cuerda. Esto se hace mucho en la montaña para asegurarse y no separarse por ninguna causa. El viento es fuerte pero el sol reluce con lo que consideraban que era una buena oportunidad para intentarlo.

En un momento de la ascensión, cuando ya estaban casi arriba, Toni se agarra a una roca y pone todo su peso en la piedra para subir unos centímetros más pero con tan mala suerte que la roca cede y Toni empieza a resbalar. 

Hay un enorme precipicio y la caída puede ser mortal. Su padre, que se percata de inmediato, clava el piolet en el muro de hielo con la idea de que la caída de su hijo se frene y la aguante. Te recuerdo que van atados con una cuerda. 

Y así es, Toni queda colgado en el aire y el padre agarrado en el hielo, pensando cómo salir de esta situación. Se hablan entre ellos mientras deciden qué hacer. Es complicado por el fuerte viento que impide que sus voces se escuchen con nitidez. Ambos gritan desesperados. Al cabo de poco tiempo, el hielo donde está clavado el piolet empieza a ceder un poco. Toni se da cuenta de que aquello no va a aguantar el peso de los dos. Tiene que actuar rápido si quiere salvar a su padre de una caída mortal. Si intentan aguantar los dos, acabarán cayendo ambos al precipicio, y morirán.

Toni quiere mucho a su padre y no va a permitir que esto ocurra y no tarda ni dos segundos, en sacar su navaja que lleva siempre en su pantalón, se quita un guante y la abre para cortar la cuerda. El padre, al ver lo que esta haciendo su hijo, adivina sus intenciones y empieza a gritarle que no lo haga, seguro que se le ocurrirá algo para salvarse ambos. 

Toni, consciente del poco tiempo que quedaba, no dudó en cortar la cuerda iniciando una caída de más de 100 metros. Los gritos del padre eran tremendos. Pudo ver cómo su hijo caía hasta no verse nada por la distancia y la fuerte ventisca. 

El piolet, que está a punto de ceder, al sentirse liberado de los 70 kilos de su hijo, se mantiene firme y el padre inicia la escalada hasta un lugar seguro y estable. Como ocurre muchas veces en la montaña, el tiempo cambia y ahora empieza  a nevar fuerte y aumenta el frío y el viento. Tiene que descender hacia la zona donde está su hijo, pese a que es muy peligroso, porque es un precipicio de muchos metros de caída. 

Pero no hay acceso posible y decide volver al campamento, desesperado, para pedir ayuda. Una caída de estas dimensiones significa la muerte y el padre lo sabía pero no quería abandonar a su hijo de ninguna de las maneras.

Llega agotado al campamento base, casi congelado y con mucha fiebre, después de 5 horas de descenso. Nada más llegar, comenta con desesperación la posible muerte de su hijo y se desmaya. Permaneció dormido casi 48 horas, debido al esfuerzo realizado por llegar a la base. Allí le cuidaron bien e intentaron practicarle las curas más urgentes.

La caída de Toni es durísima porque la sensación es que caes al el vacío y no sabes que te va a pasar. Toni cae en un agujero lleno de nieve que amortigua su caída, salvándole la vida aunque se rompe la pierna con el impacto y alguna costilla. Queda sin sentido y, cuando se despierta, se da cuenta de que sigue con vida. Nota un dolor terrible en la pierna, la tiene toda completamente rota y cuando intenta moverla, grita de dolor. Le duele todo el cuerpo pero se da cuenta de que tiene que salir de ahí como sea si quiere seguir con vida.

Lo primero es conseguir levantarse. Algo muy complicado porque su pierna está completamente rota. Busca una rama y la corta con su navaja. Con la cuerda que conserva  se coloca la pierna correctamente mientras grita de dolor, y se ata la rama a la pierna para fijársela bien y poder caminar más o menos. Empieza el descenso por la montaña. No consigue avanzar casi nada. Va  soltándose y resbalando por entre las rocas. Poco a poco. Con muchísimo dolor.

En algunos momentos del descenso terrible, se detiene para recuperarse. Está agotado y apenas le quedan fuerzas para seguir adelante. Piensa en su familia, en sus padres, en sus hermanos, en todos aquellos que le quieren y eso le ayuda a seguir adelante, le da fuerzas para avanzar un poco más. 

No tiene comida ni agua. Decide arrancar las raíces de algunas hierbas que brotan entre las rocas. La pierna le duele horrores pero sabe que debe aguantar como sea. Conforme desciende, desaparece la nieve y quedan las rocas. Más complicado todavía para su marcha. Cada roca grande debe superarla con sus manos y su única pierna sana. Pasar por ellas es todo un esfuerzo y un dolor inmenso. Tiene ganas de llorar pero sabe que no sirve de nada. Recuerda a sus padres y sigue mordiéndose los labios y aguantando el dolor.

Tras dos días de descenso, consigue atisbar a lo lejos el campamento base y grita desesperado para que alguien acuda en su ayuda. Su padre acaba de despertarse en la tienda de alta montaña donde le han colocado para recuperarse y escucha unos gritos y una voz que reconoce al instante. Se levanta como puede y sale de la tienda gritando el nombre de su hijo.

Está en estos momentos a unos 100 metros del campamento, arrastrándose entre las rocas. Corre a abrazarlo entre lágrimas. Su hijo está vivo y lo consideraba muerto. No se lo puede creer. Lo recogen en una camilla, le dan comida caliente y lo acuestan en la misma tienda de su padre. Le aplican las curas más urgentes y a las pocas horas un helicóptero les está recogiendo para trasladarles al hospital más cercano.

Una historia real de generosidad. Toni fue capaz de darlo todo, hasta su vida, para salvar a su padre de una muerte segura. 

¿Por qué te cuento esta historia? Porque hoy tu puedes hacer lo mismo por tu equipo. Tú puedes ayudar a tu equipo a obtener un gran triunfo si eres capaz de ser muy generoso, dándolo todo en este próximo partido. Cada uno de los que pertenecéis a este equipo podéis salvarlo de una muerte segura. 

Pero para eso, debes ser capaz de cortar la cuerda de tu egoísmo. En lugar de pensar en ti, en tus goles, en tus jugadas para brillar como futbolista, piensa en cada uno de tus compañeros, y dalo todo, sin importarte para nada caerte por un precipicio con tal de salvar a tu equipo. 

Corre como nunca has corrido, lucha hasta desfallecer, anima con tu ejemplo y tu esfuerzo, no des un balón por perdido, confía en ellos hasta el final y no tengas miedo del rival.

Entonces, no lo dudes, te espera un gran triunfo, os espera a todos una gran victoria. No sé si ganareis el partido pero lo que está claro es que conseguiréis algo extraordinario, digno de personas generosas, que lo dan todo por su equipo.

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